(Entrevista imaginaria con Jonathan Rosenbaum a partir de Not the Same Old Song and Dance, su estudio sobre Las Señoritas de Rochefort en el libro Essential Cinema. Traducción y transposición por Pablot)
Prólogo. Parte 1. Parte 2 . Parte 3 . Parte 4
- ¿Las Señoritas de Rochefort es su film musical favorito?
- Sí, a pesar de mi adicción de 30 años al disco doble de su banda de sonido recién hace poco tiempo pude verla subtitulada en inglés, y es ciertamente un musical excepcional tanto por su singularidad como por su reputación en EEUU. Además, rodado integramente en Rochefort, al sudoeste de Francia, es tanto un tributo a los grandes musicales hollywoodenses como una glorificación romántica quintaescencialmente francesa a la energía y al optimismo americano.
- ¿Qué opina del score de Michel Legrand?
- El mejor que compuso, ofreciendo una continua sucesión de canciones con letras de Jacques Demy, todas escritas en alejandrinos, como en el climático momento de la cena, más hablada que cantada.
- ¿La coreografía?
- Respecto de eso debo decir que va de la mediocridad, en las imitaciones afrancesadas de Norman Maen de las coreografías americanas de Jerome Robbins, a lo sublime: las de Gene Kelly sobre sus propios números. En definitiva, quizá el mejor ensamblaje de conexiones logradas y fallidas, aparte de Shakespeare y Playtime de Jacques Tati.
- ¿Y la razón por la que incluyó a Las Señoritas… como uno de los 10 mejores “jazz films”?
- Ud dice bien, no entre los mejores films de jazz ni entre aquellos sobre jazz filmado, sino rankeando alto como película en la que la estética del jazz y la del film encuentran un feliz lugar de encuentro mutuamente colaborativo.
- ¿Podría especificar un poco más este punto, ejemplificar?
- Por supuesto. Desde las improvisaciones en piano de Legrand hasta los tramos de scat cantado, pasando por las alusiones de Demy a Louis Armstrong, Count Basie, Duke Ellington y Lionel Hampton, esta película es puro swing.
Aun cuando su coreografía es menos de lo que pudo haber sido, las gruas rasantes, los prolongados paneos y la intrincada puesta en escena la hacen tan contagiosa como una sección rítmica de primera línea.
- ¿Las Señoritas de Rochefort es su film musical favorito?
- Sí, a pesar de mi adicción de 30 años al disco doble de su banda de sonido recién hace poco tiempo pude verla subtitulada en inglés, y es ciertamente un musical excepcional tanto por su singularidad como por su reputación en EEUU. Además, rodado integramente en Rochefort, al sudoeste de Francia, es tanto un tributo a los grandes musicales hollywoodenses como una glorificación romántica quintaescencialmente francesa a la energía y al optimismo americano.
- ¿Qué opina del score de Michel Legrand?
- El mejor que compuso, ofreciendo una continua sucesión de canciones con letras de Jacques Demy, todas escritas en alejandrinos, como en el climático momento de la cena, más hablada que cantada.
- ¿La coreografía?
- Respecto de eso debo decir que va de la mediocridad, en las imitaciones afrancesadas de Norman Maen de las coreografías americanas de Jerome Robbins, a lo sublime: las de Gene Kelly sobre sus propios números. En definitiva, quizá el mejor ensamblaje de conexiones logradas y fallidas, aparte de Shakespeare y Playtime de Jacques Tati.
- ¿Y la razón por la que incluyó a Las Señoritas… como uno de los 10 mejores “jazz films”?
- Ud dice bien, no entre los mejores films de jazz ni entre aquellos sobre jazz filmado, sino rankeando alto como película en la que la estética del jazz y la del film encuentran un feliz lugar de encuentro mutuamente colaborativo.
- ¿Podría especificar un poco más este punto, ejemplificar?
- Por supuesto. Desde las improvisaciones en piano de Legrand hasta los tramos de scat cantado, pasando por las alusiones de Demy a Louis Armstrong, Count Basie, Duke Ellington y Lionel Hampton, esta película es puro swing.
Aun cuando su coreografía es menos de lo que pudo haber sido, las gruas rasantes, los prolongados paneos y la intrincada puesta en escena la hacen tan contagiosa como una sección rítmica de primera línea.
- Ud opina también que “desfamiliariza”, que “hace extraña” la forma del musical…
- Porque se la pasa desafiando la obsesiva simetría y frontalidad de los números musicales de Hollywood, con extras bailarines que aquí, en algunas tomas, se mueven en la periferia del marco . Más: hay dos alegres canciones sobre el asesino del hacha: “La mujer cortada en trozos” y otra justo después, cuando la policía controla a la multitud cerca de la escena del crimen. Y más aun: esos evidentes homenajes de Demy a musicales hollywoodenses tales como Un Americano en París o Los Caballeros las Prefieren Rubias que acaban haciendo que la película se vea más francesa que americana.
- Y de paso logrando, en mi opinión, una gran originalidad respecto de los musicales conocidos…
- ¡Claro!: la mayoría de ellos van de acá para allá alternando entre la historia - el diálogo hablado - y los números de danza y canto, creando a veces transiciones un poco fastidiosas. Pero Las Señoritas… , a menudo de una manera muy audaz, pone la historia y los números musicales al mismo tiempo, mezclándolos de varias formas y en diferentes proporciones. Por ejemplo, una de sus protagonistas puede estar caminando por la calle con transeúntes repentinamente bailando a su alrededor, entrar momentáneamente en la coreografía del grupo y luego continuar con su caminata.
- Siguiendo con la recepción que tuvo esta película al momento de estrenarse en EEUU, ¿cuáles cree que fueron los motivos por los que Las Señoritas… tampoco fue bien tratada por la crítica?
- Un tema complejo. La opinión estatuida en mi país es que los más grandes logros de filmes musicales tales como los de Astaire-Rogers o Cantando Bajo la Lluvia son triunfos de ingeniería, coordinación y pericia; esto es casi como si juzgáramos este arte de la misma manera en que juzgamos nuestras bombas inteligentes y nuestros eventos deportivos. Esta estética cuantitativa no da lugar a la posibilidad de que un músico de técnica limitada como Thelonious Monk pueda ser mejor pianista que un virtuoso como Oscar Peterson. Y a menos que usted concluya que la única razón para la “técnica” es expresar lo que usted quiere expresar, los defectos técnicos de Las Señoritas de Rochefort estarán destinados a ser decepcionantes.
Fíjese, el veredicto del crítico Gary Carey a fines de los 70´s es característico, se lo leo: “Desafortunadamente Demy, que había sido tan bueno coreografiando los movimientos de la gente común a través de su cámara, no conoce cómo fotografiar la coreografía de bailarines; el film se desarma cuando alguno comienza a danzar y, puesto que siempre hay uno bailando, termina como una pila de muy bonitos escombros”.
- ¿La influyente crítica Pauline Kael también opinaba parecido?
- Igual, si bien expresado más elegantemente, escribió que una película como Las Señoritas… demostraba cómo aun un dotado francés que adoraba los musicales americanos malinterpretaba sus convenciones.
- No entiendo. Demy venía del batacazo de Los Paraguas de Cherburgo y ¿qué le pedían a su nuevo film?, ¿que imitara bien el estilo de los films musicales norteamericanos?
- Después de Los Paraguas… que, efectivamente, disfrutó de un éxito mundial, esta extravagancia – que tenía mayor presupuesto – bien podía ser considerada un intento de hacer lo imposible si uno la viera como una imitación del musical de Hollywood más que como una inspirada apropiación de algunos de sus elementos. Sería irrazonable esperar la réplica de un musical hollywoodense de un director sin experiencia en obras o films de ese tipo (fuera de Los Paraguas…), y sin los recursos de un estudio de Hollywood ni una tradición autóctona. Pero no hay razón para creer que Demy, un director con estilo completamente desarrollado y visión propia cuando hizo Las Señoritas…, había intentado reproducir algo que ya teníamos. En fin, la cuestión es que fue tan pobremente acogida en lo comercial cuando se estrenó en Nueva York en abril del ´68 que la carrera de Demy nunca se recuperó totalmente, y tuvimos que esperar 30 años para ver la película de nuevo.
- Porque se la pasa desafiando la obsesiva simetría y frontalidad de los números musicales de Hollywood, con extras bailarines que aquí, en algunas tomas, se mueven en la periferia del marco . Más: hay dos alegres canciones sobre el asesino del hacha: “La mujer cortada en trozos” y otra justo después, cuando la policía controla a la multitud cerca de la escena del crimen. Y más aun: esos evidentes homenajes de Demy a musicales hollywoodenses tales como Un Americano en París o Los Caballeros las Prefieren Rubias que acaban haciendo que la película se vea más francesa que americana.
- Y de paso logrando, en mi opinión, una gran originalidad respecto de los musicales conocidos…
- ¡Claro!: la mayoría de ellos van de acá para allá alternando entre la historia - el diálogo hablado - y los números de danza y canto, creando a veces transiciones un poco fastidiosas. Pero Las Señoritas… , a menudo de una manera muy audaz, pone la historia y los números musicales al mismo tiempo, mezclándolos de varias formas y en diferentes proporciones. Por ejemplo, una de sus protagonistas puede estar caminando por la calle con transeúntes repentinamente bailando a su alrededor, entrar momentáneamente en la coreografía del grupo y luego continuar con su caminata.
Este curioso mix produce poderosas emociones profundamente vívidas, algo así como una exuberancia combinada con un sublime sentido de lo absurdo, atravesado por un casi constante sentido de pérdida, melancolía e inclusive tragedia.
- Pasión y distanciamiento, un oxímoron difícil de concebir pero constatable aquí, ¿verdad?
- Sí, pero la coexistencia de esa intensidad y ese extrañamiento genera inevitablemente que algunos espectadores norteamericanos incrédulos se rían burlándose y consideren todo el espectáculo como una pieza esotérica camp. Digamos que el espectador típico norteamericano encuentra dificultoso abrirse a esa estética sobrecargada.
- ¿Y el francés?
- En Francia este film del ´67 fue regularmente repuesto aun antes de la restauración que hiciera en 1996 su viuda Agnes Varda, quien, permítame comentarle, aparece allí brevemente personificada como monja. Justamente, en su maravilloso documental Las Señoritas Cumplen 25 Años, que vi en el Chicago International Film Festival en 1993, encontramos una adolescente francesa portando mochila que, orgullosa y calma, comenta que donde quiera que vaya lleva el cd de La Pasión según San Mateo de Bach y el video de Las Señoritas de Rochefort, no dispuesta siquiera a pasar una noche sin ellos. Tal grado de pasión respecto del arte parece demencial en una sociedad “utilitaria” y obsesionada con el dinero como la nuestra, pero es enteramente compatible con el grado de pasión expresado por el film en sí.
- Pasión y distanciamiento, un oxímoron difícil de concebir pero constatable aquí, ¿verdad?
- Sí, pero la coexistencia de esa intensidad y ese extrañamiento genera inevitablemente que algunos espectadores norteamericanos incrédulos se rían burlándose y consideren todo el espectáculo como una pieza esotérica camp. Digamos que el espectador típico norteamericano encuentra dificultoso abrirse a esa estética sobrecargada.
- ¿Y el francés?
- En Francia este film del ´67 fue regularmente repuesto aun antes de la restauración que hiciera en 1996 su viuda Agnes Varda, quien, permítame comentarle, aparece allí brevemente personificada como monja. Justamente, en su maravilloso documental Las Señoritas Cumplen 25 Años, que vi en el Chicago International Film Festival en 1993, encontramos una adolescente francesa portando mochila que, orgullosa y calma, comenta que donde quiera que vaya lleva el cd de La Pasión según San Mateo de Bach y el video de Las Señoritas de Rochefort, no dispuesta siquiera a pasar una noche sin ellos. Tal grado de pasión respecto del arte parece demencial en una sociedad “utilitaria” y obsesionada con el dinero como la nuestra, pero es enteramente compatible con el grado de pasión expresado por el film en sí.
- Un tema complejo. La opinión estatuida en mi país es que los más grandes logros de filmes musicales tales como los de Astaire-Rogers o Cantando Bajo la Lluvia son triunfos de ingeniería, coordinación y pericia; esto es casi como si juzgáramos este arte de la misma manera en que juzgamos nuestras bombas inteligentes y nuestros eventos deportivos. Esta estética cuantitativa no da lugar a la posibilidad de que un músico de técnica limitada como Thelonious Monk pueda ser mejor pianista que un virtuoso como Oscar Peterson. Y a menos que usted concluya que la única razón para la “técnica” es expresar lo que usted quiere expresar, los defectos técnicos de Las Señoritas de Rochefort estarán destinados a ser decepcionantes.
Fíjese, el veredicto del crítico Gary Carey a fines de los 70´s es característico, se lo leo: “Desafortunadamente Demy, que había sido tan bueno coreografiando los movimientos de la gente común a través de su cámara, no conoce cómo fotografiar la coreografía de bailarines; el film se desarma cuando alguno comienza a danzar y, puesto que siempre hay uno bailando, termina como una pila de muy bonitos escombros”.
- ¿La influyente crítica Pauline Kael también opinaba parecido?
- Igual, si bien expresado más elegantemente, escribió que una película como Las Señoritas… demostraba cómo aun un dotado francés que adoraba los musicales americanos malinterpretaba sus convenciones.
- No entiendo. Demy venía del batacazo de Los Paraguas de Cherburgo y ¿qué le pedían a su nuevo film?, ¿que imitara bien el estilo de los films musicales norteamericanos?
- Después de Los Paraguas… que, efectivamente, disfrutó de un éxito mundial, esta extravagancia – que tenía mayor presupuesto – bien podía ser considerada un intento de hacer lo imposible si uno la viera como una imitación del musical de Hollywood más que como una inspirada apropiación de algunos de sus elementos. Sería irrazonable esperar la réplica de un musical hollywoodense de un director sin experiencia en obras o films de ese tipo (fuera de Los Paraguas…), y sin los recursos de un estudio de Hollywood ni una tradición autóctona. Pero no hay razón para creer que Demy, un director con estilo completamente desarrollado y visión propia cuando hizo Las Señoritas…, había intentado reproducir algo que ya teníamos. En fin, la cuestión es que fue tan pobremente acogida en lo comercial cuando se estrenó en Nueva York en abril del ´68 que la carrera de Demy nunca se recuperó totalmente, y tuvimos que esperar 30 años para ver la película de nuevo.
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