viernes, 2 de julio de 2010

De Sudáfrica a Filipinas

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Durante este mes, Sudáfrica se impregna como cliché de una sola música, zumbar de abeja o elefante, e iconografía lustrosa que hace de separador entre partidos.
¿Cómo zafar por un rato del efecto de inmantación que tira y tira para ese lado?
A puro entusiasmo, ciertos amigos virtuales me incitaron a poner proa en dirección sudasiática y llegarme a Filipinas. Eso hice, pero no por el Mar de la China sino por la calle Corrientes hasta llegar a la isla Lugones, situada en el piso 10 del Teatro San Martín. En el camino, logré ignorar el seductor canto de sirenas de goles infinitamente repetidos.

Allí me esperaba Independencia, que ciertamente me propuso otra cosa.



Difícil anticipar cómo va a impactarnos aquello que desconocemos (salvo aplicando prejuicios).
Con casi cinco décadas de espectador encima percibo, en la película de un joven filipino llamado Raya Martin, una de esas contadas veces en las que lo proyectado en pantalla me lleva a la infancia.
Pero no a la mía sino a la del Cine: cuando el blanco y negro titilaba, cuando comenzaba a desdibujarse el límite entre el registro documental y el truco de montaje, cuando la experiencia de ver era indiscernible de la de escuchar el trrrrrrr del proyector a la espalda.

Formalmente, Independencia evoca las primeras décadas del arte cinematográfico, pero su mayor originalidad es narrar una historia con imágenes como si no existiera una previa historia de las imágenes. En el contexto de nuestro superpoblado universo audiovisual, donde resulta casi imposible que una imagen no cite involuntariamente a otras, una especie de proeza.



A principios del siglo XX, ante el sonido explosivo de una invasión, madre e hijo huyen de una ciudad con aromas españoles para, cobijados por la selva, hacer de ella el lugar donde vivir; la aparición inesperada de una mujer, el procurarse de comida y el peligro de ser descubiertos obran de meras anécdotas de un argumento lineal. La verdadera sustancia del film debe buscarse en sus intersticios: en la evanescencia de la foto, en las pesadillas que interfieren como globitos de un viejo cómic, y en los relatos familiares del padre - más pescador que cazador - a su niño.



Hubiera sido óptimo entrar a la sala virgen de información previa.
Lamenté haber leído reseñas acerca de la dimensión alegórica en que Independencia podía analizarse; eso me impidió cerrar mi dispositivo interpretador y abandonarme del todo a la sensación sinfónica de los contrastes lumínicos, las hojas agitándose, los fondos pintados y el sarpullido final de color.
Hubiera sido una gran experiencia; a continuación leería un poco de historia filipina y volvería a verla con la expectativa de vivir otra muy diferente, desde la mirada informada.

(Qué bárbaro, ante un film norteamericano inmediatamente se nos hace un mapa mental de época y ambiente; pero ante uno filipino...¿resuena algo aparte de algunas piezas sueltas como el dictador Ferdinando Marcos, Corazón Aquino y el embarazo fake de un oriundo?)

Al ser encuadrada en la historia colonial la visión de la película cambia, se nos "normaliza". Saber que a fines del XIX Filipinas pasó de una dominación española tendiente a unificar culturalmente etnias dispares a ser ocupada por los norteamericanos, facilita la lectura metafórica del periplo de esa familia (e interpretar tranquiliza, ¿no?)
Los planos se cierran sobre las figuras centrales del cuadro y la naturaleza presiona generando con sus manifestaciones un efecto de amenaza latente. Las tormentas, como en Shakespeare, preanuncian la catástrofe.




Y aun puede encontrarse aquí otra dimensión original (¡y marciana!) para los asiduos consumidores de cine angloparlante: el idioma talago que en un 90% domina la película.
Su sonoridad a veces desconcierta (o sea: Ang kanilang mga tunog ay paminsan-minsan disconcerting), puesto que al habla autóctona original se le han ido soldando vocablos españoles e ingleses, y uno se sorprende al escuchar en medio de la guturalidad vocablos como “carne”(karne) o “Viernes Santo”.
Igualmente, al rato uno se acostumbra y, otro logro de Raya Martin: cuando irrumpe el idioma inglés (circundando en off, en el falso documental, o con los soldados norteamericanos directamente en cuadro), se siente ajeno y desfamiliarizado, portador de peligro.



Recuperando lo dicho en los primeros párrafos, Independencia -como años atrás Decasia de Bill Morrison o los cortos de Stan Brakhage, vistos nada casualmente en la sala Lugones-, ofrece texturas que parecen reformular el mismísimo concepto de imagen cinematográfica o, al menos, regresarla a un estadio primigenio. En esa operación, si uno se atreve a la experiencia, limpia el cerebro del exceso de adocenamiento visual.
Que pena no haber podido contar con el tiempo disponible para ver las otras de la retrospectiva, aparentemente más experimentales.

Encima, el efecto purificador duró poco, porque apenas salí del cine el empedrado, los afiches y las inefables teles de los bares aullaban, empujaban back to Africa.
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3 comentarios:

  1. Muy interesante el comentario, Pablo. Ha sido una buena entrada al universo Raya la tuya. Sí, las referencias históricas satisfacen un nivel del análisis de su cine, pero no el más original. Como vos decís el quid de la cuestión está en la manera en que RM te propone vincularte a las imágenes, el juego de desorientación que te propone. Eso se acentúa en otras películas: te tocó ver lo más parecido a una película que hasta ahora hizo RM. Si algún día vez Autohystoria o Netx atraction, el problema de la experiencia cinematográfica y los inidcadores de sentido van a pasar a primer plano y .as referencias históricas de Filipinas se van a hacer más difusas.
    Este juego a muchos los saca de quicio y se van en medio de las películas, muy enojados. Así como te pasa con el sonido del idioma filipino y la irrupción del inglés, así mismo pasa con la sintaxis cinematográfica de RM: imágenes guturales y de pronto alguna imagen familiar, etc.
    saludos

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  2. Qué bueno Pablo, todo lo que aprendo de las Filipinas a traves de esta nota. Una vez más nos ayudás a unos cuantos a salir de nuestra burbuja!
    Un abrazo Carla

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  3. Estimado blogger, visité tu blog y está excelente, me encantaría enlazarte en mis sitios webs. Y por mi parte te pediría un enlace hacia mi web y asi beneficiar ambos blogs con mas visitas.

    Espero tu Respuesta.

    Un cordial saludo

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