.
.
Nuevamente, pido gancho respecto de las obligaciones cotidianas.
Aviso, entonces no soy traidor (bueno, tal vez sí un poco inmaduro): I´m on my way to my own Neverland.
La ristra de entradas de la foto, susceptible de ser pensada como tenia echinococcus marca Cronemberg que se va apoderando de la interioridad del portador hasta convertirlo en otra cosa (¡glup!), es el pasaporte.
El ritual previo al Bafici se mantuvo incólumne: planificación estratégica vacacional, confección de una grilla a partir de la segmentación de films, relevamiento de afinidades con Maré y amigos, dos horas de cola el primer día de venta anticipada (acompasadas por entusiastas charlas casuales y, pleno erev Pesaj, guiño cómplice de Adonai), etc.
De los 400 títulos y pico del catálogo, 60 que me interesaron fueron divididos en "imperdibles" y "posibles".
La metodología de la decantación consistió en un mix de intuición y conocimiento previo espolvoreados por la arbitrariedad de mis gustos personales.
Me quedé finalmente con 21. Es que, sinceramente, a esta altura de mi vida prefiero pasar de ver tres o cuatro películas diarias. Muy placentera la sensación narcótica, pero ya no.
.
.
"¡Justifique sus elecciones!" - diría un estereotipo de profesor secundario frente al resultado de nuestro multiple choice.
Bien, señor profesor, lo intentaré:
1) De Bruno Dumont había visto La Humanidad, una especie de policial que encubría un estudio de personajes pueblerinos delineados con gran originalidad, cuyas relaciones oscilaban entre el deseo y lo cansino. Al protagonista, entre simple e idiota, lo seguí recordando mucho tiempo después. El Bafici me trae la aparentemente más austera Hadewijch (¡basta de usar el adjetivo "bressoniano"!). Todavía me debo Flandres.
2) y 3) Dos de ladrones, ambas producto de un nuevo cine alemán que busca desmarcarse de las sombras terribles (Fassbinder, Herzog, Wenders, Kluge) por las que se lo identifica desde hace décadas. In the Shadows, de Thomas Arslan y The Robber, de Benjamin Heisenberg.
Con la ilusión de que transmitan cierta imagen de la desolación contemporánea mínimamente comparable a las de los films de Christian Petzold (otro teutón del nuevo lote), ¡compro!
4) Visage, de Tsai Ming-liang.
Ésta es inevitable, y no necesariamente por las mejores razones.
Algunas de las películas húmedas, contracturantes y productivamente incómodas de este taiwanés que escande la soledad de sus criaturas con fantasías musicales kitsch, son de lo mejor que ha pasado por las ediciones anteriores del Bafici, pero progresivamente él, como otros orientales que sucumben a la coproducción francesa, van cayendo en un manierismo que, en mi opinión, progresivamente los despersonaliza.
Temo esto con la que toca esta vez (como ocurrió el año pasado con El vuelo del globo rojo, de Hou Hsiao-Hsien).
Pero el festival impone sus propias costumbres, y una vez por año habré de reencontrarme con el universo de este hombre, imposible eludirlo.
5) Otra costumbre, un momento manifiestamente ello (puro juego, primitivismo, impulso destructivo) con un poco de sexo, violencia, gore y nonsense, generalmente provisto por ciertos japoneses (Takeshi Miike, Sono Sion: adorables). Es lo que le pido a Yellow Kid, opera prima de Mariko Tetsuya. ¿Cumplirá?
6) Una lejana proyección en la Sala Lugones e imágenes de procesiones en un relato nada lineal pleno de simbología católica, no recuerdo mucho más. Pero, ¡vamos! ¡La Vía Lactea (1969) de Buñuel en 35 mm y en copia impecable!
¿Hay en todo el festival un ejemplo más preciso de "cine independiente" que éste?
7) La solicitud de empleo, Los creadores de los mundos de compra y, en especial, el libro Crítica de la Mirada que le editó el festival, me descubrieron en el 2003 a Harun Farocki, un documentalista que, desde una mirada reflexiva, disecciona tanto las instituciones sociopolíticas como las imágenes que solemos definir como "realidad". Respite parece trabajar lo rutinario en los campos nazis a partir de una filmación llevada a cabo por uno de sus prisioneros y que, según el catálogo del Bafici, Farocki comenta vía intertítulos.
¿Dialogará este mediometraje con las 9 horas de Shoah de Claude Lanzmann?
8) Jaffa, the Orange’s Clockwork de Eyal Sivan pertenece, como los films de Avi Mograbi, o el Waltz with Bashir de Ari Folman, al ya tradicional (que no oficial) estante baficiano de obras que ponen en cuestión la identidad israelí. Nunca dejan de increparme en relación a esta cuestión tan lindante a mi propia historia, por lo tanto allí estaré.
9) Bueno, ésta viene precedida por muchos comentarios laudatorios, pero independientemente de eso, es de Nobuhiro Suwa, realizador de una de las más sutiles películas sobre el delgado hilo que separa la estabilidad de la inestabilidad en una pareja: M/Other. Otra de él, H/Story, no me había gustado tanto, por demasiado cerebral y planificada, asi que con Yuki & Nina confío en desempatar.
10) No sé por qué me decidí por Go get some Rosemary de Joshua y Benny Safdie. Creo que en cierta manera la relaciono con aquella tan buena The Skid and the Whale de Noah Baumbach, ¿será por su cualidad de indie norteamericana? ¿o por la temática similar del padre separado con los dos hijos?
(¡Ya lo tengo!: la foto en el catálogo - padre e hijos en cancha de squash - rememora una reveladora escena de esa película).
11) Puede ser un bodrio, pero díganme cómo evitar la seducción de escenas del mejor cine negro norteamericano de posguerra puestas en el medio de una trama que aparentemente involucra a Ben Gazzara y a Kirk Douglas (¿hacen de sí mismos?: la información es vidriosa).
Se llama Meurtres à l'Empire State Building, y la dirigió un tal William Karel. Podría investigar un poco más por Internet pero...sabría demasiado.
12) Hong Sang-soo ya me aburrió, tanto en lo formal como en sus tramas, opino que después de Tale of Cinema vive repitiéndose (Like you know it all, que la pasan pero ya vi en dvd, lo ejemplifica).
A Naomi Kawase, por Suzaku, por Embracing y, especialmente, por Shara, se le pueden disculpar unas cuantas Nanayo más.
Y en cuanto al filipino Lav Diaz, sólo puedo declarar que es terra incognita para mí.
En Visitors (Jeonju Digital Project 2009) cada uno de estos tres directores tiene un segmento, e intuyo que puede valer la pena.
13) 36 vues du Pic Saint Loup es el último Jacques Rivette hasta la fecha.
Un poco de fragancia nouvelle vague para condimentar mi menú personal festivalero siempre estimula y sienta bien. Y hay que aprovechar, porque Eric Rohmer ya no entrega.
14) Una versión actual del viejo neorrealismo es lo que sugieren los comentarios sobre esta historia de una mujer que encuentra una niña abandonada en las afueras de Roma.
La Pivellina, de Tizza Covi y Rainer Frimmel: tan lejana al tipo de películas que suelo elegir que me resultó irresistible (¿?)
15) Si no vieron la estrenada Bucarest 12:08, búsquenla ya, no la dejen pasar, porque es un acidísimo film político que se mete como pocos con el concepto romántico del pueblo que forja su destino.
Bueno, de la última de Corneliu Porumboiu, Police, Adjective, dicen que es todavía mejor.
16) Tengo guardada conmigo aquella placentera sensación de Pollitos en Fuga en el Bafici con mi esposa y mis hijos, lo cual me está llevando al igualmente animado por stop motion Mary and Max, de Adam Elliot.
(Y hubiera querido incluir la checa In the Attic, pero no me dan los horarios).
17) Oxhide II, de Liu Jia Yin: un experimento chino de 9 planos con una familia que se pone a cocinar y luego a comer. Suena riesgoso (en lo que a la paciencia de uno se refiere) y, sin embargo, este tipo de experiencias, cuando están bien construídas, te meten en otra dimensión, una que te permite reformular el concepto de cine, apartarlo de la convención estatuída.
18) ¿Una comedia francesa sobre sexo adolescente filmada por un historietista?
Espero de Les Beaux Gosses de Riad Sattouf un mix del sarcasmo de Gerard Lauzier con la sátira de Frank Margerin.
19) y 20) Aquí armé para mis amigos y para mí un doble programa temático en un mismo día, una jornada cinéfilo/culinaria que consistirá en Cooking Story de Peter Kerekes (¡las guerras europeas del siglo XX a través de la comida de campaña!) y en Kings of Pastry de Chris Hegedus y D. A. Pennebaker (¡competencias entre patissières franceses!)
21) Y no habrá mucho vértigo para el final de mi Bafici 2010: Sweetgrass, un documental observacional sobre ovejas marchando, no demasiado diferente de lo que me esperará al otro día, cuando en manada intente abordar el subte "B" hacia mi trabajo.
¿Que por qué entonces vengo a elegir algo así?
Pues es obvio: por eso del distanciamiento brechtiano.
.
Hola pablot! yo también estuve descansando en Miramar con Dzul y dos amigos. Y algo genial: fuimos a ver "Dos Hermanos". Salí feliz, angelado, muerto de risa. La vimos en plan de viejas con tapados de piel, en el cine (gigante) de Miramar. Entre Gasalla y Gra, es un duelo de mostras! y aparece Mirtha haciéndose autobombo todo el tiempo en la tele... mundial, jejeje!
ResponderBorrarEn cuanto al Bafici, le pedimos a una amiga que nos saque las entradas. Ya te voy a contar qué onda mi grilla, porque recién llego y no entiendo demasiado... pero seguro que en alguna coincidimos!
Seba:
ResponderBorrarVisto el trailer de "Dos hermanos" prefiero irme al mazo, aunque...¿¿aparece Mirtha??, tal vez deba reconsiderarlo...
Un saludo simbólico gigante al Gran Rex de Miramar, un cine que significó muchísimo en mi infancia (algún día debería escribir algo sobre esto).
Abrazo.
Lejos de mis 24 del 2008, pero muy por encima de mis 4 del 2009, adquirí 11 entradas. Prometo mini críticas...
ResponderBorrarRaúl:
ResponderBorrarCreo que más que una cuestión numérica es vivir bajo un pulso cinéfilo específico que nos hace sentir, parafraseando un famoso título de Rivette, que "Buenos Aires nos pertenece".
¡Y vamos con las mini críticas! Te tomamos la palabra.
Tu laberinto de entradas es para mí casi una utopía, hermano mío.
ResponderBorrarNo obstante ayer me pude dar el... ¿Lujo? de ver vía taringa Mary and Max .
Los bebés lloraron toda la peli. Yo sólo en el final.
Esos personajes tristes me hicieron acordar al buen Tim Burton.
Grandiosa. Gracias por este anticipo.
Nos vemos