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A las puertas del Bafici hay un Recomendador Profesional.
Un cinéfilo se le pone delante y le pide que le indique las mejores 20 películas para no clavarse al azar entre las más de 400 disponibles. Pero el tipo le contesta que de momento no puede. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde podrá.
- Es posible - contesta el Recomendador -, pero ahora no.
El portón del festival está abierto, como de costumbre, y cuando el Recomendador se hace a un lado, el cinéfilo se inclina para atisbar el interior. El Recomendador lo ve, se ríe y le dice:
- Si tantas ganas tienes intenta elegir por ti mismo a pesar de mi reticencia a sugerirte títulos. Pero recuerda que soy poderoso y poseo el conocimiento cierto acerca de CUÁLES son imperdibles y hay que ver sí o sí. Y sólo soy el último de los Recomendadores. Entre sala y sala hay otros tantos, cada uno más riguroso que el anterior. Ya el tercer Recomendador es tan certero que casi enceguece.
El cinéfilo no había imaginado tales dificultades; pero el imponente aspecto del Recomendador y su halo de autoridad lo convencen de que es mejor que espere. El Recomendador le da un banquito y le permite sentarse a un lado. Allí espera días y días mientras le suplica e intenta persuadirlo un sinfín de veces.
Con frecuencia, el Recomendador mantiene con él breves conversaciones, le hace preguntas sobre Campanella, sobre Bela Tarr y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, típicas de aquellos que sienten que están por encima de todos, y al final siempre le dice que no, que todavía no puede recomendarle las 20 imprescindibles.
El cinéfilo, en plan B desesperado, ofrece al Recomendador nachos, pochoclos, e incluso una copia en dvd de "Salida de los obreros de la fábrica" de los hermanos Lumiere (menos conocidos que los Coen o los Wachowski); todo para sobornar al Recomendador.
Éste acepta los obsequios, pero le dice:
- Lo acepto para que no pienses que has omitido algún esfuerzo.
Durante las interminables jornadas previas al Bafici, el cinéfilo observa casi continuamente al Recomendador: se olvida de los otros y le parece que éste es el único que podría darle acceso a Las Mejores Películas.
Maldice su mala suerte, al principio en voz alta; días más tarde, a medida que se resigna a tener que elegir él mismo y correr el riesgo de equivocarse, entre murmullos. Se vuelve como un niño, y como en su larga contemplación del Recomendador ha llegado a conocerle hasta las pulgas de su cuello de piel, ruega a las pulgas que lo ayuden y lo convenzan.
Finalmente, debilitada su vista, en medio de la oscuridad distingue un resplandor que brota de la puerta de acceso al festival.
Ya le queda poco tiempo para comprar las entradas anticipadas. Antes de bajar los brazos y elegir al tun tun un ramillete de ignotos films que incluyan realismo rumano, disfuncionalidad familiar indie o contemplación japonesa en un solo plano fijo de 2 horas, hace señas al Recomendador para que se acerque.
- ¿Qué quieres ahora? - pregunta el Recomendador -. Eres insaciable.
- Todos se esfuerzan por ver la mayor cantidad de películas en el limitado tiempo que dura el Bafici y el poco que tienen en sus vidas - dice el cinéfilo -; ¿cómo garantizar que elegiremos las mejores posibles?
El Recomendador, para estar seguro de que el cinéfilo va a escuchar sus palabras, acerca la boca a su oído y le dice casi en un susurro:
- No hay manera. Lo único cierto es que, mientras perdías el tiempo conmigo, las entradas que te estaban destinadas se acaban de agotar.
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(Intervención del relato Ante la Ley de Franz Kafka )
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Por suerte yo tengo mi propio Recomendador, que no solo recomienda sino que además me saca las entradas mientras yo estoy en Francia, sin disfrutar del turismo, solo metida en un hotel con turcos, rumanos, eslovenos, franceses e ingleses. Por momentos me parece estar dentro de una peli del Bafici....
ResponderBorrarJeje, qué logrado! es como una fábula Zen. Gracias por tus recomendaciones, Pablo, son de gran ayuda. y obvio, en las que podamos coincidir, arreglamos para verlas juntos, así hacemos el post peli!
ResponderBorrarMaré... escapate por una ventana y date una vueltita por París! después verás cómo zafás de las represalias! ;)
Te reservo un lugar en le 13er círculo del infierno, allí junto al que inventó el adjetivo "kafkiano".
ResponderBorrarKafka (¿o eres el espíritu de Max Brod?):
ResponderBorrarApechugaremos, siempre quise visitar Praga.