Bajan las luces de la sala, y la francesa Claire Denis se esfuerza por presentar ella misma -en un castellano que no estamos seguros de entenderle - su último film. Dice que no quiere adelantar mucho pero que, una vez finalizada la proyección, estará dispuesta a contestar preguntas si las hubiera.
Mientras se retira con discreción, la tortuosa e ineludible ristra de publicidades institucionales, de soporte tecnológico, de escuelas de cine y de helados Chungo, hacen su aparición, a esta altura del festival, como un mantra, siempre en idéntico y sucesivo orden. Los que venimos concurriendo a una o más películas por día, resignados, lo tomamos como peaje.
Finalmente, lo que pagamos por ver... ya se escucha a Rafaella Carrá con aquel "Desde esta noche cambiará mi vida, desde esta noche, desde esta noche", mientras se nos muestra un backstage de artistas discutiendo y, a continuación, el descenso a un escenario teatral de una construcción de lamparitas que forman los términos "8 Semanas". Pero, cómo, ¿no eran 35, y rhums?, además, ¿a qué se debía que estuvieran hablando en nuestro idioma? y, sobre todo, ¿por qué esa canción tan kitsch, teniendo en cuenta la delicadeza con la que suele musicalizar esta directora?
Ya tenía varias preguntas para hacerle cuando la proyección concluyera.
En eso, unos pocos espectadores primero y luego, por contagio, más, comenzaron a silbar, a aplaudir, a patear el suelo. Reaccionando, la pantalla se apagó, la sala quedó a oscuras y el sonido agonizó con un lastímero "Uuuuuuuuuuuu..."
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El proyectorista había puesto la película equivocada, una argentina.
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A los pocos minutos, la zozobra había pasado y, finalmente, pudimos disfrutar de "35 Rhums".
Y de rencontrarnos con esa gramática de los cuerpos tan reconocible en Denis.
Si en "Bella Tarea", la contenida violencia masculina de la Legión Extranjera irrumpía en el baile espástico e inolvidable de Denis Lavant, y si en "Trouble Every Day" el ansia vampírica flagelaba a Vincent Gallo, el matiz que introduce aquí es el dualismo cercanía física/necesidad de distancia entre un padre y su hija, que se quieren y parecen perpetuados en el hábito de estar juntos.
Casi una pieza de cámara, ese eje paterno filial es filmado siempre en proximidad corporal. Un cine musical, de gestualidades, de miradas cómplices o esquivas, de manos tiernas, y también de mucha soledad y desarraigo.
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Cuando terminó la proyección, con los aplausos - gustó mucho - Claire Denis cumplió y volvió para la ronda de questions and answers, pero antes confesó que temía que, al inicio de la función, el público no se percatara de que se estaba pasando un film que no era el suyo.
Lo cual, dijo, la pondría en un gran aprieto a la hora de responder preguntas pero sería más divertido.
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Puntaje: 8
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