. Toda obra habla en forma implícita o explícita sobre sus condiciones de producción. En el medio de ambas modalidades se enclava este archi esperado film: esa es su virtud, su originalidad y, a la vez, su limitación.
Antes de verla, a partir de premisas argumentales leídas previamente en el catálogo del Bafici, el combo Portugal+rodaje me sugería un update de "El Estado de las Cosas" de Wenders, e imaginar vicisitudes entre productores, sonidistas, director y actores me llevaba indefectiblemente a "La Noche Americana" de Truffaut.
"Aquele...", sin embargo y afortunadamente, traicionó mis preconceptos. No se enreda en disquisiciones intelectuales para esclarecer el estatuto de la ficción y la realidad. No.
En vez de eso nos lleva a pasear, a recorrer pueblos, personas, ritos y festividades. Y cuando, en forma inconsciente, amagamos ubicar lo que vemos en el anaquel de lo documental etno-geo musical, las hebras de la ficción - que ya estaban tejiéndose sutilmente sin que nos diéramos cuenta - suben a la superficie, introduciéndonos en una historia triangular primo, prima y el padre de ésta, en un ambiente veraniego de soleadas interacciones entre adolescentes casi rohmerianos.
La manera en que nos descoloca, el que lo haga en un tono menor nada enfático, abriéndose a la vida y a todos los relatos posibles, la hacen una obra distinta.
No obstante, la pequeña trama melodramática familiar que había comenzado a desplegarse desde la mitad, y con la que progresivamente me iba enganchando, se va, se corre para dar paso al "cierre": la explicitación de los mecanismos de producción de lo que vimos, en imagen y palabras del director Gomes y su equipo.
Lo cual podrá ser muy interesante, pero obtura la frescura natural de la historia ficcional con cuyos personajes estábamos encariñándonos.
A la película, entonces, termina limitándola lo programático.
Puntaje: 6.
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