lunes, 23 de febrero de 2009

Mi obsesión con "Las Señoritas de Rochefort"



(Dedicated to Maré, my Chicago girl)

Flashback al 22 de enero del 2008

Enero húmedo, caliente y pegajoso en Buenos Aires, como siempre.
El mismo mes del año pasado, hastiado por un día particularmente cargado de jergas y demás abstracciones corporativas, huí rápido de la Gran Torre hacia el subte.

Sólo que, cuando su boca engullidora de estresados intentó abducirme, giré mecánicamente cambiando de dirección – como un basquetbolista mientras driblea la pelota – para tomar Diagonal Norte, cruzar la línea divisoria Cerrito/Pellegrini, e ingresar en otro ambiente: el que cubre Corrientes desde el Obelisco hasta Callao, un territorio repleto de resonancias ligadas a mi adolescencia de flaneur por veredas de cafés, cines y librerías.
Muchos lugares queridos fueron mutando o desapareciendo, conforme a las décadas y a las políticas, pero la Meca a la que instintivamente me dirigía, aún, increíblemente, viene resistiendo. La sala Lugones del TGSM, algo así como la reserva moral de la cinefilia porteña.

Flashback al 19 de enero del 2008
. .

Días atrás había estado allí a causa de "Los Paraguas de Cherburgo", parte del ciclo "Reencuentro con Jacques Demy", que permitía ver flamantes copias nuevas en 35mm de aquellos clásicos franceses tan populares en los sesentas.
Es que mi aparato compulsivo-respiratorio, sensible al detector de figuritas para el imposible album abarcativo de todas las peliculas del mundo me había instado a ir (y a la solidaria Maré a acompañarme).
No me gustó demasiado, si bien imaginaba las razones por las que pudo haber sintonizado con el espíritu de aquella época: un amor imposible contextualizado por la guerra en Argelia, diálogos cantados, colores refulgentes, y todo espolvoreado con el archiconocido, pegajoso, leit motiv musical de Michel Legrand.

Consecuencia: deseché cualquier atisbo de concurrencia al resto del ciclo. Además, de chico, ya había visto "Piel de Asno" (con mis hermanos, en el hoy inexistente Ritz de la calle Cabildo, en doble programa junto a "El Distraído" con Pierre Richard; maldito detallismo...)

Ojo, me seguía tentando no dejar pasar "Jacquot de Nantes", el cariñoso homenaje apenas ficcionalizado que Agnes Varda tributara a su compañero Demy un año después de su muerte, pero no, para qué, "Los Paraguas..." había desactivado todo deseo al respecto.

Y, no obstante...
.

¿Qué ocurrió, entonces, tres días después, el martes 22?, ¿qué fuerza magnética me atrajo a no volver a casa, recorrer un trayecto, sacar mecanicamente una entrada y ver "Las Señoritas de Rochefort"?, ¿cómo pude intuir tan a priori que DEBÍA verla?

Sucede que, a veces, nuestra intuición es más sabia que nosotros y, evidentemente, ella había percibido que la energía vital de ese film iba a convertirse en mi reserva de optimismo durante el año que apenas comenzaba.

Argumento (contado erráticamente)

Delphine y Solange, dos hermanas mellizas, profesora de danza y compositora respectivamente, buscan su "amor ideal"; Ivonne, la madre, suspira, a su vez, por el que abandonó años atrás al borde del casamiento;


también el marinero Maxence quiere encontrarlo en algún lugar del mundo a partir del dibujo de la mujer de sus sueños que él mismo pintó; pero ¡ momento! , Simón Dame, desde su tienda de música, no está exento, y vive en la nostalgia por la mujer de su vida.

En suma, todos soñadores, todos buscando el "amor ideal", real y abstracto a la vez, pero siempre apasionado. ¿Ustedes no sintieron algo así alguna vez ?
Yo, cuando era adolescente, sí.
Sí, sí, con toda mi alma.
Y, por supuesto, sufría muchísimo.


La trama se desarrolla a lo largo de un fin de semana en el pueblito de Rochefort, en los preparativos de una feria que culminará el domingo. Allí llegan vendedores a montar stands, bailarines y, entre ellos, Bill y Etienne:

dos danzantes libres y optimistas que, no, estos no buscan el Amor, sino chicas con las que pasar el rato.

Qué cosa, esta película es tan grande, la quiero tanto, que siento que cada línea argumental que voy escribiendo traiciona todo lo que es en su conjunto.

Porque no les estoy pudiendo transmitir el juego coreográfico de azares que hace que, constantemente, los deseos románticos de los personajes estén a un tris de cumplirse y no puedan consumarse; porque hay que ver cómo en el microcosmos que resulta ese pueblito, con su plaza central, su café de baqueanos y sus callecitas, se encubre un laberinto en donde se cruzan sin reconocerse aquellos predestinados el uno al otro.

Cómo cuenta este argumento Jacques Demy

La puesta en escena, apenas comenzado el metraje, aprovecha todo el espacio de esa plaza central y presenta otra manera de filmar gente bailando, tal vez imperfecta si la juzgamos con el paradigma canónico del cine musical norteamericano de aquellos tiempos.
Luego, esa cámara que acompaña o registra en plano general, de repente se eleva - con grua, obviamente no existía ni la steadycam ni el efecto digital - hasta llegar a la habitación que da a esa plaza, en donde Delphine y Solange dan clase de danza y música a unos niños.

No teman, no voy a describir cada forma narrativa que adopta el relato, porque para muestra basta un botón, y esa secuencia es modélica porque, además, enhebra productivamente otros recursos. Por ejemplo, la melodía que acompaña a los bailarines de la primera escena - un jazz vigoroso con ecos de big band alla Count Basie - deja lugar sutilmente, cuando entramos por la ventana al estudio de las hermanas, a la música "clásica" con la que trabajan.
Del vigor y la energía de los feriantes, que se deslizan por amplios espacios, a la contención melancólica de las hermanas soñadoras que dan clase en un cuarto cerrado (pero con una ventana hacia el afuera), la música también narra, nos introduce en el mood de los personajes y sus lugares, hace progresar la acción.

A años luz de las tortuosas repeticiones del motivo musical de “Los Paraguas…”, aquí todas las canciones revisten un status democrático: se interpenetran, cambian su letra según el personaje, se atorbellinan en un medley similar a los que armaría, mucho más acá en el tiempo, Andrew Lloyd Webber en sus comedias musicales.

La cuestión, volviendo a esa primera secuencia que va después de los títulos, es que ese es solamente el comienzo de un film repleto de maravillas formales y argumentales.

Y actorales:

.

Catherine Deneuve, nunca tan hermosa.
Su hermana Françoise Dorléac , a quien mucho no le interesa que creamos que “toca” piano o flauta, nos mira cómplices mientras suena la música que, se supone, interpreta.


Un Jacques Perrin que, a pura actuación antinaturalista, logra nuestra solidaridad en su búsqueda del “amor ideal”.

Michel Piccoli : ¡ hay que verlo en este registro tan lejano a la ironía anárquica de sus papeles con Buñuel o Ferreri!.


La otoñal Danielle Darrieux, especie de centro de gravedad en el film (la única cuyo canto no está doblado).
Y, junto a George Chakiris y Grover Dale, el otro norteamericano del elenco, la frutilla de este ensamble perfecto…

¡Gene Kelly!.
El referente de la destreza atlética yanqui – la otra cara de la luna del elegante Fred Astaire – tensiona aquí la uniformidad coreográfica de todos los bailes en los que no aparece, generando un efecto de intromisión productiva: dinamismo musical MGM en un film por demás francés.
Cuando su personaje, el compositor americano Andy Miller, recoge la partitura que Solange - su amor a primera vista - olvidó en la calle, hay que ajustarse los cinturones y prepararse para gozar de uno de los mejores números de la carrera de Kelly, con el mundo alrededor acompasándolo, y con esos travellings callejeros de Demy, tan funcionales a una narración que nunca deja de avanzar.


(Lo opuesto a lo que me está pasando mientras escribo esto, que a lo mejor viene derivando en un texto farragoso.

Yo se que más a veces es menos, que en los blogs hay que escribir corto porque sino el lector supuesto (¿?) linkea a otro lado y se va. Con perdón de los que llegaron hasta acá y todavía están leyendo, me tiene sin cuidado; porque una de las cosas que me propulsó, hace ya un mes, a poner las manos en la masa escritural fue, en rigor, homenajear a la joie du vivre que me inyectó esta película.
De hecho, uno de los nombres que barajé para el blog fue El Señorito de Rochefort).
.

Más personajes desfilan, como el simpático y amable Subtil Dutrouz (¡sutil destrozo!): viejecito descuartizador de mujeres; o el materialista pintor ex amante de Delphine, cuyo método creativo consiste en disparar a bolsitas de pintura colgantes sobre un lienzo.

¿Y las locaciones?: la omnipresente plaza, de cara a ese café/microcosmos que, por la interrelación entre los personajes, sugiere "La Colmena" , las callecitas con danza propia;
más los espacios off (es decir, no mostrados sino implícitos):

Paris, como idea obsesiva en la fantasía de las pueblerinas de Rochefort, y un mundo que es la suma de todos las ciudades y pinturas; un planeta abierto para todos, sin ilegalidad ni visas, donde es posible perderse, buscarse, encontrarse, volverse a perder,

Nous voyageons de ville en ville
Nous représentons des motos
Des bicyclettes et des bateaux
La route est notre domicile
Un jour ici, un jour ailleurs
Nous vivons libres et sans attache
Lutins farfelus et potaches
Courant de bonheur en bonheur (1)

y practicar una suerte de cosmopolitismo en pos del amor.
Canta Maxence:

Je l'ai cherchée partout j'ai fait le tour du monde
De Venise à Java de Manille à Hankor
De Jeanne à Victoria de Vénus en Joconde
Je ne l'ai pas trouvée et je la cherche encore (2)



Seré naif pero...transmitir estas cosas, ¿no es hermoso?,¿no hace que abramos los poros y respiremos mejor?

Porque durante la proyección, en el cine...

...eso fue exactamente lo que me pasó. Gradualmente el hastío acarreado durante ese día se fue purgando con el correr del metraje, y transformando en una excitación entre agridulce y optimista, de la cual iba tomando conciencia con mis primeras lágrimas.

Y después

Con el último credit en la pantalla, los espectadores debíamos empezar a pensar en irnos yendo, ¡pero no queríamos!; o tal vez era que, en mi estado, proyectaba en los demás lo mismo que sentía yo. Vi, o creí ver, que todos nos sonreíamos.

Bajar del piso 10, salir por las puertas vidriadas hacia Corrientes, el subte, volver a casa: en ningún momento dejé de estar a diez centímetros del suelo.

Para un cinéfilo con tantas películas encima, se imponía darle algunas vueltas al asunto. ¿Qué había pasado?, ¿había asistido a una obra maestra?, ¿o "Las Señoritas..." provocaba en mí lo que "Hello, Dolly!" en Wall-E?
.

.

Febrero del 2009, hoy

Tengo el film, obviamente, y no fue sencillo conseguirlo (en Argentina no se editó ni en VHS, en TV5 la pasaron sin subtítulos: se me empujó al delito). Lo suelo rever en su totalidad o por secuencias, es uno de los que siempre me hacen llorar un poco (en la estela de "El Viaje de Chihiro" o "Historia de Tokyo" ).


Con cada visión, además, va sedimentando un cierto concepto de "obra maestra": remanentes de significación a descubrir, uso particular del sonido, una paleta de colores que sólo remite al film mismo, y hasta cierta imperfección kitsch muy funcional al relato.

Su fragancia continúa acompañándome, sus canciones suenan en el equipo de casa y en todos los soportes musicales portátiles; mi estoica familia, por otra parte, padece mis súbitos arranques canoros como Maxence, Bill, Etienne, y en especial Delphine y Solange cuando, en mi francés inexistente, arremeto con

Nous sommes deux soeurs jumelles
Nées sous le signe des gémeaux
Mi fa sol la mi ré,
ré mi fa sol sol sol ré do
Toutes deux demoiselles
Ayant eu des amants très
Mi fa sol la mi ré, ré mi fa sol sol sol ré do (3)

.

Último flashback al 22 de enero del 2008

Hacia la medianoche de aquel día, todavía conmovido pero con el sueño en las pestañas, me sacaba la camisa, tomaba del bolsillo el programa del ciclo de la Lugones y leía por primera vez:

"Quería hacer una película que despertara un sentimiento de felicidad, lograr que después de la proyección el espectador saliera menos triste que cuando entró en la sala" (Jacques Demy)


______________________________________________


(1)Vamos de villa en villa, representamos motocicletas, barcos y bicicletas, la ruta es nuestro domicilio. Un día aquí, otro allá, vivimos libres, sin apegos, duendes locos y colegiales, corriendo de dicha en dicha.

(2) La busqué por todo, di la vuelta al mundo, de Venecia a Java, de Angkor a Manila, de Juana a Victoria, de Venus a Joconda. Aún no la encontré, la busco todavía.

(3) Hermanas gemelas somos, bajo Géminis nacimos, las dos somos solteras, pero pronto amantes tuvimos.


"Las Señoritas de Rochefort", de Jacques Demy,1967


Films citados:


"Los Paraguas de Cherburgo”, de Jacques Demy, 1964;
“Piel de Asno”, de Jacques Demy, 1970;
“El Distraido”, de Pierre Richard, 1970;
“Jacquot de Nantes”, Agnes Varda, 1991;
"La Colmena", Mario Camus, 1982;
"Hello, Dolly!", Gene Kelly, 1969;
“Wall-E”, Andrew Stanton, 1986;
"El Viaje de Chihiro", Hayao Miyazaki, 2001;
"Historia de Tokyo", Yazujiro Ozu, 1953.
.

4 comentarios:

  1. ya quiero ver Las señoritas de Rochefort
    Pablot,me transmitiste todo tu entusiasmo y te imagine como que flotabas en la butaca al termino de la proyeccion
    Habra reaccionado asi el resto del publico al recibir las ondas que emanabas?yo creo que si
    y que lindas actrices,lastima el tiempo que inexorablemente las hace envejecer
    sigo fiel a tus comentarios,adelante!!!

    ResponderBorrar
  2. Si, por fin Chicago me permitió por un ratito salirme del hastío del trabajo y meterme en el mágico mundo de estas señoritas, a quienes ya quiero inevitablemente porque me acompañan en los sueños (you only live...) y porque me permiten compartir una gran experiencia emocional, la de ver emocionarse tan profundamente a otro. Y claro que me dan ganas de ver la peli, pero por alguna razón (propia o ajena) esos sombreros hermosos siempre se me escapan. (qué lindos y qué lindas!!) Prometo verla al regresar,cuando baje del disco rígido la tensión de estar lejos, de tener que escuchar y hablar todo el tiempo en inglés (por suerte la peli es en Francés!!)y de poder pensar en cosas "menos productivas" y más soñadoras.

    ResponderBorrar
  3. Maré:
    Sombreros para soñar, en Chicago no se consiguen, pero acá los tengo a todos guardaditos, listos para vos.

    ResponderBorrar
  4. Kike dijo...
    Cuando anduve por tus pagos,me mostraste fragmentos del tal film Rokefort,a mi me parecio q me estabas cargando,pero veo q me equivoque,realmente te copa esa peli.Por mi parte no me parecio gran cosa,aunque no la vi entera,en una de esas se veian algunos senos(como en muchas peliculas francesas)y sin lugar a dudas eso me llevaria a sumarle puntos a las senioritas del Rokefort.

    ResponderBorrar