sábado, 14 de agosto de 2010

Sentimientos contradictorios

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La posibilidad de una transposición inteligente del programa cómico televisivo más original de las últimas décadas venía acicateada por el propio marketing previo al estreno.
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Irresistible: Capusotto + rocknroll + extraterrestres.

En este sentido, para los que militamos para el PC (entiéndase: para Peter Capusotto y sus videos), que lo vemos religiosamente por Canal 7 y marcamos nuestras diferencias con los descomprometidos que lo hacen por You Tube, toda insinuación crítica contraria a lo que proyectábamos hallar en Pájaros volando sólo podía resultar inútil.

Fui al cine como quien va a ver una comedia de Polka, esperando la zona confortable del más de lo mismo.
Me topé con una pieza difícil de clasificar.

Luego de un prólogo a la Ed Wood con la cabeza de Víctor Hugo Morales flotando en el espacio y advirtiéndonos que "no estamos solos", el sonido ululante del theremin - tan paradigmático de los films de ciencia ficción de los 50's - encuadra títulos que, a su vez, ceden paso a un recital con Capusotto cantando acompañado por curtidísimos músicos del (idealizado) ayer del rock nacional. Le sigue un sueño en clave de fantasía heróica pronto devenido en pesadilla de alusiones icónico/musicales que van de Harry Potter a la La historia interminable.

Hay en ese vertiginoso tramo inicial un tono farsesco, un pulso narrativo y una alegre ingenuidad autoconsciente que predisponen muy bien.
Pero cuando José, el personaje de Capusotto, despierta del trip, nos hacen ooole. Empieza otro tipo de película: más "normal", costumbrista, y con personajes que más que provocar risas inspiran patetismo.



José subsiste atendiendo el teléfono de una remisería muy Gran Buenos Aires, vive con un padre choto a quien, al menos con las ¡miniiiiiitaaaass...! (upa, perdonen la interferencia fan) le va bastante bien.
En el pasado, como líder de una banda de rock la había pegado con un hit (¿recuerdan al Rulo en Mundo Grua?), pero los 80's quedaron lejos y ahora para tocar tiene que andar pagando y disputando espacios con clones de Sabina.
Cuando su primo Miguel, ex adicto, ex batero heavy de aquel grupo y ahora hippie de sandalias calzar, aparece para tentarlo a que deje "la gran ciudad" y se mude con él a la comunidad córdobesa de Las Pircas, allá va.

(A las motivaciones de José tenemos que inferirlas a partir de nuestra imaginación, porque el tipo es una figurita plana que va de acá para allá como activada por un resorte invisible. La actuación de Capusotto va de muy contenida a muy desatada sin solución de continuidad, como en los sketches de nuestro querido programa de tevé, pero eso aquí perjudica la cohesión del personaje, reduciéndolo a una sucesión de máscaras)

Miguel lo instala en la casa que habita con su pareja y el hijo adolescente de ésta. Evangelizado por una abducción extraterrestre, anhela que su primo José forme parte del próximo viaje sideral.

(Miguel es voluble, tan pronto se enfervoriza como pasa a emocionarse y a llorar por cualquier cosa. Miguel ocupa demasiadas escenas.
Luis Luque parece la caricatura de un actor del Método: intenso, pasado de rosca a tiempo completo, insufrible)
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El pueblito cordobés tiene su fauna, y una feria hippie apta para cameos: andan por ahí Claudia Puyó, Miguel Zavaleta y el pobre Miguel Cantilo, a quien echan por vender piezas no suficientemente artesanales.
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(Pero ¿cuánta gente "caza" la ironía de que rajen por trucha a una de las figuras emblemáticas de la bohemia rockera?;
¿cuántos reconocen a los referentes que aparecen o se nombran a lo largo del film?;
y cuando a José un flaco le dice que lo recuerda como autor de una canción muy famosa de los 80´s, e inmediatamente lo confunde con Miguel Mateos, ¿qué cantidad de espectadores habrán podido rememorar lo mucho que podía molestarle a un blusero, metalero o zeppeliniano de esa época que lo asimilaran a un hacedor de pop?
Estas preguntas de intención estadística que me surgían mientras veía Pájaros volando comenzaban a hacérmela más interesante)

El centro de la trama es la inminencia de un viaje espacial en el que, a la hora señalada, los cretones llevarán a su planeta algunos especímenes humanos para que les enseñen cosas que no saben, como la combinación de sonidos.
Habiendo entonces cupo para un músico, Miguel pujará por José, mientras que
el vegetariano fundamentalista que compone Damián Dreizik (congelado desde siempre en un estilo interpretativo de alienación crispada) lo hará por un jujeño quenista, supuestamente más ligado a lo telúrico.
El subcentro de Pájaros... es sorprendentemente melodramático: la angustia de la mujer de Miguel ante la probabilidad de que la abandonen.

Las referencias al cine sci-fi circulan por doquier y, como suele suceder, la mejor es la menos obvia: El pueblo de los malditos de Wolf Rilla, a través del pulcro hijito rubio de la policía jugando con armamento y mirando diabólicamente a la cámara.

(Mención aparte para el alien de factura nacional más verosímil desde el Monguito de Los Extraterrestres).

Y en el ping pong entre el esbozo de sonrisa y el tajante aburrimiento, más conocidos: Juan Carlos Mesa tirando sus one-liners tan Juan Carlos Mesa, el ruso Verea, el titán Julio César, suéter Zavaleta, y el propio Perón en fugaz aparición multiplicada por las pantallitas de la nave.



(¿Pero cuál, cuál es la razón por la que se incluye como guiño campechano al que, según frase célebre atribuída al General, siempre se quedaba con algún vuelto?
De Antonio Cafiero no puedo olvidar su oposición a la anulación de las leyes de "punto final" y "obediencia debida"; ni, más atrás en el tiempo, cómo en su cualidad de "renovador" del Peronismo, cacareando en nombre de lo nacional y popular, fue uno de los que más contribuyó al conservadurismo del Partido y a su estructura prebendaria.
¿Tan resignados estamos a la sofisticada corrupción actual, que terminamos viendo con simpatía retrospectiva a este tipo de mafiosos a la vieja usanza?)



Bueno, si en una comedia de argumento errático nos aparecen tantas preguntas y de manera progresiva deja de importarnos cuando vienen las partes "de reir", hay algo interesante que vale la pena por allí . Como también lo es el hecho de que los personajes fumen porros cotidianamente sin que la trama lo subraye o haga alardes progresistas.

Pájaros volando parece, entre otras cosas, una actualización lisérgica de las películas pueblerino/costumbristas con Landriscina que uno podía entrever hasta hace poco en la cansina tele de los domingos mientras consultaba la hora y temperatura.
Y de lo que seguro se desmarca es de la corriente demagógica del cine de Campanella; pensada desde ahí es tan concesiva como una de Lisandro Alonso.
En todo caso, tal vez descienda únicamente de los films anteriores de Néstor Montalbano, en especial de Soy tu aventura: otra rareza de vocación popular que no llega a bizarra (y Dios guarde a Luis Aguilé).

Bah, mejor suspender este enredado análisis y concluir, como el ventrilocuo que contaba chistes malísimos en Todo x 2 pesos, que la de Capusotto...¡¡está bieeen!!


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2 comentarios:

  1. Siendo tambien militante de PC, pero de la corriente clasista y no-convativa, y aún sabiendo que tarde o temprano veré la película (cuando esté para bajar, por supuesto) a priori tenía y tengo un prejuicio sobre ella: me parece que lo que hace Capusotto en la tele es intrínsecamente incompatible con la larga duración.
    Capu y Saborido lo saben, motivo por el cual reducen las temporadas a 8 o 10 programas por año para no saturar-saturarse, pero la tentación de hacer unos mangos extra y aprovechar el éxito evidentemente pudieron más.
    Yo soy uno de los sacrílegos que piensan que algunas de las películas de los hnos. Marx son más graciosas cuando te las cuentan que cuando las ves, y es que algunos (o incluso muchos) gags geniales no alcanzan para hacer una buena película.

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  2. Hola, Rody!
    Lo extraterrestre de Pájaros Volando es que posee un algo difícil de asimilar al gag como principio estructurante. No es una "de reir" ni termino de despuntar si se propuso serlo.

    Respecto de las de los Marx, casi podría acordar con lo que decís, siempre y cuando explicites la gloriosa excepción de Sopa de Ganso, cuya enloquecida trama y sucesión de gags como ametralladora no se puede contar sin traicionar su perfección.
    (De paso: ¿hay otra denuncia más sutil de cómo los manejos políticos, bajo la coartada del nacionalismo,terminan metiéndote en una guerra?)

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