martes, 13 de abril de 2010

Bafici: The Robber (Benjamin Heisenberg, Alemania, Austria, 2010)

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La palabrita siempre aparece revoloteando, no consiente en quedarse quieta en un cajón.
"Independiente"

Sábado a la noche y el Atlas Santa Fe repleto. Finalizada la proyección, el productor del film, presente en la sala, responde a la primera pregunta ("¿cuanto costó?"):
- Dos millones y medio de euros
Y, azar oportunísimo, desfilan por la pantalla en sincro con su respuesta los logos de las empresas e instituciones públicas y privadas que posibilitaron el número.

Es cuando me vuelve el término a la cabeza.
Tal vez sólo sea el rótulo indeleble que, desde sus comienzos, identifica la marca del Festival y a esta altura viene vaciada de sentido. Pero vale, nuevamente:
¿Cine "independiente" de qué? ¿de que lo destroce Harvey Weinstein de Miramax? ¿del Sundance de Robert Redford? ¿de la distribución de las Majors? ¿de lo que "quiere" el público?

Tal vez el presupuesto de The Robber sea inferior al estándar que se maneja en los países del Primer Mundo, pero esto no es Lisandro Alonso, acá hay un tipo de película con clara vocación comercial que, hace algunos años, en pantallas menos concentradas que las actuales por los tanques norteamericanos, se estrenaba y con mucho éxito. Digna, estándar en su narración, absolutamente "entendible".
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Un tipo sale de la cárcel y se dispone a seguir haciendo lo que sabe, robar. Curiosamente, esta base retrotrae al otro film de la novísima camada alemana que ví hace tres días, In the Shadows de Thomas Arslan. El déjà vu alcanza también a los roles secundarios y, en especial, a los esterilizados escenarios (tan sin mugre) donde transcurre su argumento. Pero gana por puntos respecto de ésta última porque el robber que hace Andreas Lust, un obsesivo maratonista que toma los tiempos hasta de sus corridas post asalto, provee de una kinesis casi hipnótica a las secuencias.
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Encajando la palabrita.
Lo único rematadamente "independiente" en este film es su protagonista, que corre, afana y se desangra sin que sepamos bien qué lo motiva (¿lo sabrá él?). De todos modos, su pulsión puesta en acto es lo mejor de la película.
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