viernes, 13 de noviembre de 2009

Doble función, triple palo

Por: Bruno S.
(con intervenciones de Tomás Z. y Pablo Taskar)











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El domingo por la tarde fui al Malba.
La actividad sonaba interesante (dos películas, dos promesas), y la posibilidad de compartirla con dos amigos, la hacia aún mejor.

Por lo tanto, nos metimos de lleno en la factoría Llinas. Esto es, películas hechas a través de modos peculiares de producción - bajos presupuestos y pocos días de rodaje entre otras cosas - a través de su productora El Pampero Cine.
Respecto de Mariano Llinas, había tenido la posibilidad de ver sus trabajos. Uno muy bueno (Balnearios), otro muy divertido (La mas bella Niña), y finalmente uno que está bien (Historias Extraordinarias), pero que a gusto personal, goza de un exagerado clamor de la critica.
La previa del doble programa era alentadora. Ambas habían tenido una recepción interesante de crítica y publico en la última edición del Bafici.
Ambas habían sido premiadas.

Primer turno: Todos Mienten de Matías Piñeiro.


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Un grupo de chicos y chicas se juntan en una casa, durante algunos días, a jugar un juego, que nunca queda claro cuál es ni porqué se juega, y en el medio se entrecruzan, al pasar, racimos de seducciones, reproches, y reclamos, matizados con textos de Sarmiento y referencias a Rosas, corporizados en personajes que hacen de sus descendientes (aunque huérfanos de una mínima empatía por parte del espectador).
Un film anodino, muy mediocre en su rigor actoral que, al hacer guiños a directores interesantes (Rohmer, Rivette o Bujalski) sólo consigue rematrcar su intrascendencia y solemnidad.
Un tedio in crescendo se apoderó de mí por completo al finalizar. Y no paraba de pensar en los motivos que llevan a éste tipo de trabajos a gozar de cierto prestigio o ganar premios.
Como si el solo hecho de revisar zonas poco frecuentadas en el cine argentino, los textos de Sarmiento, el uso sistemático de la palabra (Eric Rohmer y sus criaturas), o seres que no se parecen a nada ni a nadie (Bujalski, Funny Ha Ha), certificara la calidad de una obra.
Hace falta algo importante, no sólo una visión del mundo, sino por qué y para qué se quiere hacer una película.
En Todos Mienten no pude descifrarlo.
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La cadencia de esta trama en la que supuestos descendientes de Rosas y Sarmiento - unos post-adolescentes histéricos y cachondos - se alojan en una quinta alejada para participar de juegos nunca explicitados ni conducentes a un desenlace , logran provocan un tedio insoportable, matizado por textos históricos fragmentados e imposibles de seguir. (Tomás Z.)
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Un Gran hermano más cool(turoso) con jóvenes que parecen de Palermo Hollywood, azarosas lecturas de los Viajes de Sarmiento que podrían estar o no, encuadres muy armados en una puesta con muchas ideas pero sin funcionalidad aparente, intertítulos para el club de la cinefilia más chirle (“F de Verdadero”, “Un tiro en la tarde”): cualquier cosa podría estar o no, todo vale en el juego que ellos juegan con su toque de indiferencia y que, obviamente, a nosotros nos es absolutamente indiferente.
¿No entendimos nada si le pedimos a este artefacto algo de emoción?
A lo mejor detrás de todo esto había un Plan Maestro perfectamente delineado que me pasó de côté; si ese fuera el caso hago mea culpa y no digo más nada. (Pablo Taskar)
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- Intervalo -
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Terminado el primer turno, esperaba con ansias el segundo tiempo. Como esos equipos de futbol que entran dormidos a la cancha, sin darse cuenta están abajo en el marcador y esperan con ímpetu que comience nuevamente el partido para revertir la historia.
El trailer de Castro, me abría una esperanza.
Había fe en dar vuelta la taba para que la doble jornada se cerrara con una pieza mejor.
Pero la cosa, lamentablemente, no pudo ser más desalentadora, puesto que antes de la proyección el director se dispuso a una breve (des)introducción de su película:
Dijo algo así como: “Bueno quería decirles que Castro se hizo a las corridas, muy rápido, que en la película la gente corre todo el tiempo, de repente deja de hacerlo y se acaba……..es una película chica, pero grande en un sentido……”
Por Dios, que mal la veía venir….

Segundo Turno: Castro de Alejo Moguillansky


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Asistimos a la historia de un tipo que no quiere laburar para no perder el tiempo, que corre sin parar, y que ama a una mujer que, a su vez, le pide como condición fundamental para salvar la relación entre ellos que trabaje. Pero también hay una segunda línea de personajes en la historia que son, lejos, lo más flojo y ridículo del film.
La esposa de Castro, el jefe de los negocios turbios y sus secuaces (incluyendo un patético espía con muletas que corre más rápido que Usain Bolt), entre otros olvidables, intentan darle un tufillo de Noir al asunto.
Sí, se la pasan corriendo, lo hacen todo el tiempo y sin parar, y también gritan mucho, no se escuchan entre ellos, y cuando intentan decir algo no dicen nada. Es que la película no parece tener nada interesante para expresar.
Persecuciones de autos, pases de personas de un vehículo a otro, todo vertiginoso pero sin sentido. Y en medio del ruido, imágenes de Constitución, de escaleras de subtes, del gran Buenos Aires, paisajes esperando conectarse.
Para colmo, el doble cameo de Mariano Llinás: ¿habrá algún otro caso de ombliguismo en el cine nacional donde un productor aparezca tanto en pantalla?
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Castro es el nombre del protagonista a quien todos los demás personajes buscan corriendo frenéticamente.
Castro también corre.
Todos corren.
Corren mal y sin gracia (¿habrán corrido algo fuera de a un bondi?)
Y gritan, no se escuchan, no dialogan: intercambian palabras.
La estridencia sonora conjunta de los autos y la música tornaron la velada en un concierto cacofónico, indigerible.(Tomás Z.)
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En un post que asume como propia la militancia de Susan Sontag contra la interpretación de textos, Roger Koza percibe en la película de Alejo Moguillansky fluidez, virtuosismo y una tenue melancolía, notando, además, conexiones más o menos cercanas con Buster Keaton y el teatro independiente porteño.
Lo que sigue es el comment que le hice al respecto:
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Muchos podríamos ubicar a dos personajes en un escenario teatral despojado para hacerles decir, entre interjecciones, frases absurdas que connoten su desamparo e imposibilidad de fugarse de allí.
Naturalmente, eso no nos convertiría en Beckett.
De la misma manera, en Castro, la mera kinesis bajo una mínima coartada narrativa y en un escenario de realismo sucio de calles, pensiones, autos viejos y aceleradas entrevistas laborales, no constata el "absurdo de toda empresa humana" ni resulta "una parodia de la vida urbana metropolitana".
En todo caso, esa es - vaya paradoja - una interpretación.
(Pablo Taskar)
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Cierre de la Jornada

Había leído algunas líneas respecto de los lazos de unión de Todos Mienten con Castro. Y es cierto, tienen muchas cosas en común: vacío, visión superficial de la historia del cine, actores que lo hacen muy mal...
Me fui irritado, haciéndome preguntas, pero con varias certezas:
- Éste tipo de trabajos, el fastidio que provocan, no ayuda a acercar espectadores al cine nacional periférico más valioso (Los Paranoicos, Süden, El Asaltante)
- Remitir machacosamente en lo formal a la Nouvelle Vague los convierte en prisioneros de un manierismo cinematográfico un poco anacrónico.
- Tanto los mecanismos de producción como los de exhibición y difusión de ambos estuvieron muy premeditados.
Se armaron en simultáneo, se exhiben juntos en el Malba porque su productor ejecutivo es Eduardo Constantini y...
- muchos de sus actores son estudiantes de la FUC, o sea, amigos no actores que, intentando el registro neorrealista o godardiano, lucen inverosímiles y terminan de hundir películas ya navegantes de la intrascendencia.
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Haber sido armadas al mismo tiempo por directores jóvenes que filmaron en pocos días de rodaje, y el hecho de compartir producción, actores y premios en el Bafici, a priori podía generar interés o curiosidad.
Lamentablemente estas características dejan de ser atractivas al sentarnos frente a la pantalla.
Una pena que a ambas películas el exhibidor sugiera verlas en continuado: uno termina indignado y por partida doble.(Tomás Z.)
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Una cosa es el antinaturalismo en la interpretación y otra la impostura de los actores.
Cuando terminó la primera película del lote (Todos Mienten) me alivió dejar de verlos, pero a los pocos minutos descubrí que a unos cuantos de ellos los iba a tener que sufrir en la segunda (Castro). Agobio que, para peor, se acentuaba cada vez que volteaba la cabeza y los detectaba a pocas filas.
Cuando la función terminó y el frescor nocturno de la vereda del Malba parecía despejar mi paranoia, los volví a cruzar, ominosos, parados en semicírculo y fumándose un porrito.
¡Socorro! (Pablo Taskar)
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4 comentarios:

  1. Es así como fui descubriendo que Buenos Aires a veces puede ser un pueblo, o varias aldeas.
    Sucede lo mismo con el arte contemporáneo: cuando voy a alguna inauguración en alguna galería "del circuito" (ya que se hable de un circuito es tremendo) veo siempre las mismas caras, el mismo tipo de obras, siempre está el hijo de Porcel sacándonos fotos, los chicos se visten todos iguales, siempre ponen discos de Gilda (como si eso le diera validez popular al acto inaugural de una galería en Recoleta). Las poses son más o menos las mismas, las afecciones son parecidísimas. Y eso me hace pensar que mientras tengas los contactos necesarios y un poco de dinero para producir tu obra, el tongo ya está a la orden. Y también que algunos artistas (o directores de cine) producen sus obras para verlas con su círculo de amigos y ahí termina el embrollo. No me refiero a que la obra adquiera valor popular (porque eso no es importante) ni que vaya a lograr grandes recaudaciones, pero sí a considerar que estaría bueno al menos pasar por la experiencia de enfrentarse con una audiencia real. Aunque en el caso de ustedes, a estos dos Chicos FUC no les fue muy bien que digamos... quizás prefieran leer las críticas de sus amigos.

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  2. Eduardo, un compañero de trabajo, físico y docente él, tiene una hija que estudia en una de las escuelas de cine que nacen y pululan como hongos luego de la lluvia en Bs As y es constantemente arrastrado a este tipo de eventos.
    En nuestros almuerzos compartidos, en donde ya hemos definido que es el arte, establecido el por que del calentamiento global, dictaminado cual debe ser el régimen económico que debe suceder al capitalismo y otras pelotudeces por el estilo, hemos discutido el tema de “El novísimo cine argentino: Estudiantes al ataque”.
    Mi postura es que la búsqueda de formas de expresión y temáticas que les sean propias (me resisto a llamarlas “nuevas”, en el mejor de los casos se trata de utilizar las pre-existentes en forma novedosa, en el más usual de reciclarlas creyendo haber descubierto la pólvora) es no sólo válida sino necesaria. El problema es cuando pretenden ( y lo logran!) exhibirlas en el circuito comercial. Sería equivalente, le dije a Eduardo, a que en una galería de arte se exhibiera esa pila de parciales que tenés para corregir y te cobraran entrada para verla.

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  3. Muy buen comentario. Sobre todo el final con la escena del porrito que he visto taaantas veces.

    Y les tenía fé, pero con los comentarios q me han llegado prefiero quedarme a ver Fútbol para todos.

    Recomiendo NO MORIRE SOLA de García Bogliano y su gente, que la vi la otra vez y me encantó. No son de la FUC, no tienen prensa, ni amigos como Constantini y Llinas, pero en su cine se hace referencia a Boorman, a Carpenter, pasan cosas, hay ideas, y hace q uno se vaya más satisfecho de la sala. Todo hecho sin una peso y una pasión barbara.

    Slds.

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  4. Donde se puede ver No Morire sola de Garcia Bogliano? Saludos!

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