sábado, 17 de octubre de 2009

Ya no funciona

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¿Qué compele a Woody Allen a producir con frecuencia anual refritos de su obra pasada?

Otra vez un neurótico misántropo, pesimista e hipocondríaco que da por hecho que el mundo se termina y descree de todo tipo de emprendimiento humano, en esta oportunidad encarnado por Larry David, pigmalionizado convenientemente para que se pare, tartamudee y dispare las esperables líneas ingeniosas.
(Este David, monologuista y co-creador de Seinfeld, pese a su esquematismo actoral, no consigue arrebatarle el cetro de “Peor Alter Ego de Allen” al enervante Kenneth Branagh de Celebrity, pero casi).

Eso respecto del protagonista; en el guión el déjà vu ya es total.
Boris Yelnikoff, divorciado y con una fallida tentativa de suicidio a cuestas, se topa por azar con la jovencita Melodie a quien, a regañadientes, da cobijo en su apartamento neoyorkino. Ella llega del Sur huyendo de padres cristianos muy tradicionalistas y…sí: el amargado escéptico y la inocente abierta a la vida se terminan casando.
De ahí en adelante, la aparición de personajes secundarios tales como los padres de la chica (recalcitrantes conservadores que descubren su faceta “fiestera” o su costado gay) más el joven actor enamorado a primera vista, sumados a otro intento de suicidio que cataliza una nueva pareja para Boris, oficiarán de demostraciones empíricas para lo único que parece querer decirnos el film: que como el azar gobierna nuestras vidas y racionalizar carece de sentido, cualquier decisión que tomemos – o nuestra felicidad – estará sometida a un equilibrio inestable.
Por lo tanto, “si la cosa funciona” (whatever works) abracémosla, por más efímera que pueda resultar.
No demasiado distinta era la postulación hiper subrayada de la también chata Match Point, con esa pelotita de tenis que podía quedar azarosamente en uno u otro campo y definir el destino del personaje de Jonathan Rhys Meyers.

Allen, además, toma su filmografía y saquea su propio arcón de expresiones e imágenes convirtiéndolas en clichés. Curioso, porque en la mismísima Whatever Works hay toda una denostación explícita ligada al hablar con clichés o frases hechas. El inconsciente culposo que aflora en la obra…
¿Cuándo comienzan a degradarse las marcas autorales con las que identificamos el universo personal de un artista?
Respuesta: cuando se repiten sin agregar nuevas capas de significación.















Una New York de catálogo turístico (como Barcelona en el eurotrash de Vicky y Cristina) bien lejos de la cualidad melancólica de la Manhattan que embelesaba en Manhattan, la cámara encuadrando en primer plano a Melodie para enamorar al espectador como lo hacía allí con Tracy (pero Evan Rachel Wood no es Mariel Hemingway, o la estrategia ya no sirve), citas literarias y cinéfilas cada vez más descontextualizadas con la sola función de connotar la agudeza intelectual (sin gracia) del protagonista. ¡Hasta los títulos de presentación sobre fondo negro acompañados de jazz tradicional!: los hemos visto tantas veces que ya resultan anodinos, burocráticos.















Y me vino a la cabeza uno de mis escritores favoritos, tal vez para arriesgar una hipótesis que no tengo tiempo de probar exhaustivamente. Me voy a limitar a esbozarla:
En una improbable confrontación de uso de alter egos como principio constructivo de sus obras, Philip Roth (de producción novelística tan prolífica como Woody Allen en lo cinematográfico), con narradores protagonistas excluyentes (Portnoy, Nathan Zuckerman, Marcus Messner), con otros que relatan historias ajenas a cierta distancia (Philip Roth, el mismo Zuckerman), o duplicándose en la misma novela (el Roth de Operación Shylock acusado por las acciones de un impostor llamado Roth), ilumina distintos aspectos de una compleja figura cubista que permite imaginar una biografía posible, aunque evanescente, del autor. Y sin obviar escenarios históricos cambiantes (la Segunda Guerra, Vietnam, Watergate, el conservadurismo de la era Reagan, el 11 de Septiembre, Irak, etc).

Los alter egos de Allen, en cambio, sean escritores, cineastas y hasta físicos como en esta última película, se terminan percibiendo como meros contornos calcados a partir de una silueta plana que sólo refuerza el estereotipo congelado en el tiempo del judío intelectual hipocondríaco y quejoso de los 70´s, sin relación con los determinante contextos epocales y, por lo tanto, abstractos e intercambiables entre sí, vacuos en su declamación de que todo está mal y sólo cabe la desesperanza.















Tengo debilidad por imágenes de viejos amigos rememorando anécdotas alrededor de un mostrador o una mesa - Smoke, de Wang/Auster y la cigarrería, Clerks de Kevin Smith y el supermercado de autoservicio: dos visitas obligadas -, y en Broadway Danny Rose, sin ir más lejos, un grupo de veteranos cómicos standup reunidos en un restaurante intercambiaban anécdotas sobre el agente que los había representado. Con eso comenzaba la película y su frescura predisponía a conocer la historia del perdedor que hacía Allen.
El plano inicial de Whatever Works también reune a tres amigos, pero cada intervención del protagonista en la conversación, cada frase-sentencia que pronuncia, resulta como el agua estancada: no fluye ni respira verdad por estar excesivamente guionada para machacar una y otra vez los mismos rasgos del personaje.
Lo peor es que nada de lo que sigue en el film luego de ese “prólogo” agrega capas de profundidad o ambigüedad a Boris Yelnikoff. Como tampoco lo hace recurrir al recurso de derribar la “cuarta pared” constituida por la pantalla para hablarle directamente al espectador: sólo un gadget sin valor dramático (a diferencia del salto de la “realidad” a la “ficción” y viceversa en el cine adonde se “encontraban” los personajes de Mia Farrow y Jeff Daniels en La Rosa Púrpura del Cairo, justificado argumentalmente por la necesidad de evasión en la crisis del ´30).

La verdad, hace más de una década que este director tan decisivo en mi formación cinefilia me aburre, y no creo que a esta altura vaya a producir algo que me conmueva emocional o intelectualmente como lo hicieron, respectivamente, Annie Hall o Crímenes y Pecados, pero quién sabe...
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Es tarde, y al final me fuí por otros senderos y no despunté el interrogante que disparó esta nota, la razón por la que Allen se refritaba tanto.
Por lo pronto, ubicadas una vez más sus piezas en el tablero, Whatever...doesn't work.
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11 comentarios:

  1. Hola Pablot: Totalmente de acuerdo con cada una de tus palabras.La vi hoy,y si bien no me parecio un desastre,como "celebrity",me aburrio bastante.BASTA de siempre el mismo personaje,aunque concuerdo con vos que nada se asemeja al catastrofico Kenett Brenna.
    Esto es todo por hoy;mi proxima peli(ya bajada)es la ultima de Ken Loach,"Looking for Erik".Chau.

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  2. Pablo, qué desilusión que sea otro refrito más… yo todavía no la vi , creí que la iban a estrenar después de la entrega de los Oscar como suele suceder. Igualmente la tengo que ir a ver porque es un ritual que tengo con mi mamá. Vamos juntas a todos los estrenos de Woody allen . Con Woody me pasa como con el cine argentino: Todas las pelis argentinas me gustan, incluso aunque sean malas (cómo voy a extrañar el canal volver… No sé si la ley de medios es buena o mala, pero si me quitan Volver, es definitivamente mala, no puedo vivir sin a Nini Marshal, o Julio de Gracia. (No se qué voy a hacer sin Volver, estoy desorientada y sin rumbo como cuando cerraron el Pago Facil de Acoyte) .

    Asi que las películas argentinas las veo todas, si son buenas mejor, pero sino, igual las tengo que ver. Con Woody es igual (esto es casi como una superstición. ¿Si dejo de ver alguna de woody me caerá una maldición gitana? ¿O un piano en la cabeza? No sé, pero por las dudas iré una vez mas con mi vieja a verla.

    Una de las películas que mas me conmovieron de él aunque no la mejor fue “Dulce y melancolico”, tal vez porque se trataba de un músico, no se, pero esa peli , Cinema Paradiso y Pegui Su (¿? Y bueno, que se yo….), fueron las unicas películas que me hicieron pensar: “¿qué es esta agua que sale de mis ojos”?, como diria el inigualable Seinfeld

    Larry David me encanta, siempre lo veo en Curb your entusiasm, en varias temporadas que fui comprando, no son fáciles de conseguir pero hay un lugar en Florida y Tucuman en la galería jardín, que las podes encargar y te las traen (ya lo debes conocer pero por las dudas aviso para los que no conocen ese lugar),

    asi obtuve también las temporadas de Seinfeld, que no me canso de mirar. Y también es una gran desilusión para mí que Larry David, (que lo tengo de idolo igual que seinfeld) no haya hecho una buen actuación en esta peli de woody allen.

    Sin embargo no puedo evitar cierta objetividad y reconocer que después de Crímenes y pecados solo hubo algunas mas brillantes como Maridos y esposas, Hannah y sus hermanas, y un par mas.

    Crímenes y pecados es no sólo su mejor película (a mí entender) sino la mejor película que vi en mi vida (habré visto pocas?...) Crímenes y pecados es una obra maestra, yo también me pregunto por qué Woody Allen no hace algo nuevo y refrita desde hace 10 años. La única respuesta que se me ocurre es que no tiene nada mas para decir

    Realmente debe estar tan desesperado como sus personajes. Sólo eso justifica que uno no pueda crear algo nuevo. Repetirse a si mismo es tan triste... A veces me pasa cuando le cuento lo mismo a mis hijas varias veces y me tratan de anciana, que horror. ¿Será eso lo que le pasa a woody? Estará anciano? No, no es eso, mi tio Abraham tiene la misma edad y nunca contó dos veces la misma historia.

    Pero no impierta, aun asi, seguiré yendo a todos los estrenos de Woody Allen, y estaré junto a él “hasta que la muerte nos separe”

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  3. Si una persona alguna vez en su vida siente que tiene una cosa para decir y tiene la suerte de encontrar la forma, el tono y el momento para decirla y llegar a los demás, se convierte en un artista.
    Si luego, con esa forma y ese tono pretende ganarse la vida y profesionalizarse, entonces se condena a repetirse hasta el hartazgo o bien a enhebrar una serie de pelotudeces pomposas. En general a ambas cosas.
    Nadie tiene tantas cosas para decir como para realizar una obra por año, por eso los únicos autores prolíficos admisibles son los artesanos, que no los artistas y para ser artesano se requiere una humildad de la que el quejoso Woody carece.

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  4. Kike:
    Qué bueno, un punto fílmico en el que concordamos.
    Lástima que en la oración siguiente amenazás con la última de Ken Loach y su cine social un poco apolillado. “Kes” (de fines del los ´60) me fascinaba y “Raining Stones” (de los ´90), con su complejo dilema moral planteado sin la bajada de línea de sus posteriores películas, estaba muy bien.
    Hace poco vi “Tickets”, uno de cuyos episodios – el peor – acerca de hinchas escoceses del Celtic brutos pero solidarios era de él. Según el título que mencionas parece que sigue en la senda del populismo. Después contame.
    En lo personal, me quedo con Stephen Frears.

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  5. Carla, a lo mejor la pasás bien igual, independientemente de la calidad de “Whatever…”, porque aparece el factotum de “Curb your enthusiasm”, la manera de decir de Allen, el jazz tradicional, New York, etc, pero lo más importante –y ahí nadie tiene derecho a reprocharte – es que forma parte de una ritual que querés mucho. ¿Y quién no tiene rituales que adora?

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  6. El suspiro, Rody, se produce por la sensación de que la forma y el tono de sus actuales películas son ecos degradados de aquellas que me (¿nos) marcaron tanto. En cuanto al ritmo de filmar una por año, bueno, al menos a Takeshi Miike cada tres o cuatro le sale una interesante.

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  7. Justamente, Miike jamás tuvo pretensión de decir algo Importante. Se trata de uno de los mentados artesanos.
    Así y todo si se limitara a filmar cada 4 años, la que le sale buena tal vez le saldría mejor y, lo que es más importante, iríamos a verla sin esperar a que alguien nos diga que esta sí es una de las buenas. A Tarantino me remito.

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  8. No la vi, pero con Vicky , Barcelona puedo suponer como viene la mano.
    Vimos El secreto de tus ojos y coincido con vos. Es bastante mediocre.
    Pablot : tenés que hacer una página en facebook, que puede ser "viviendo 2 vees".. crítica de cine... no sabés la cantidad de gente que te va a leer.....!!!!!!

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  9. Y sí... Woody Allen es "mirable" pero no es fabuloso. Algunas obras suyas lo han sido. Está buena la comparación con Seinfeld. A mí me encanta ese programa, es muy divertido, lo que pasa es que una serie de Sony tiene permisos que una película como obra de arte no se puede dar. Las series trabajan la repetición hasta el hartazgo y es así como funcionan. Lo cierto es que las obras W.A. parecen series de la tele. No me matan, me entretienen. Igual no es poco.
    Vicky Cristina barcelona fue la última que ví y me morí de risa de lo mala que era, jamás me la tomé en serio. Esa situación de encontrarse con la esposa loca en la casa de él y que todo suceda como si nada... es muy de hoy, muy de moda. Situaciones de mochileros que viven el mundo. Para los setentas está bien, pero a esta altura es como ir a ver a Fito Páez. Ya sabés que nada nuevo va a suceder. Creo que hay un enorme público que necesita encontrarse con lo mismo de siempre, que no dejan que sus artistas favoritos cambien sus fórmulas, y me parece que Woody Allen dirige películas para ellos.

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  10. Hola Pablot!! No vi la peli (y no creo que la vea) pero a vos que te gusta hablar de afiches de pelis que no viste, cuando abrí este post me pareció que los personajes del afiche eran Carlos Bianchi y Graciela Alfano, jajjjaja!! Será que el calor de Brasil se me subió a la cabeza?

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  11. Maré, no te preocupes, lo que te pasa es normal. Los numerosos brasileños que suelen veranear en nuestras - superiores - playas atlánticas , ven a Xuxa y a Ronaldhino en todos nuestros carteles.

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