miércoles, 12 de agosto de 2009

Alien semblanza

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Si la genealogía de los seres from outer space arranca con la inocencia lunar de un Meliès para luego condensarse como metáfora wellsiana de la Guerra Fría, no cabe duda que el jalón posterior en la línea evolutiva acontece en 1979 con el alien de la película homónima de Ridley Scott, punto de referencia aun hoy.
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Este monstruo que - se supone - está en las antípodas del ser humano debido a su maldad tajante e inmotivada y a su deber ser asesino era, justamente, el Otro absoluto (es decir, el “alien”: palabra sustantiva y adjetiva a la vez), una criatura funcional al concepto inminente de “imperio del mal” postulado por Reagan, exterminable y sin margen para la negociación.
Todos los que vinieron después fueron variantes a partir del paradigma que instaló – ver Depredador, Especies, Día de la Independencia (¡bienvenido Mr Bush!) – o contra él, como en ET.
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El look biomecánico- ¡esa mandíbula retractil!-, armado con huesos, cables y coronado por una cabeza de fibra de vidrio, era un producto artesanal del escultor suizo H.R.Giger, acaso el único capaz de plasmar efectivamente las pesadillas literarias de Lovecraft, un escritor que admirábamos tanto como probablemente lo hacía el guionista de Alien Dan O´Bannon.
Los materiales concretos utilizados más el hombre de goma embutido en ellos, lograban que lo percibiéramos terroríficamente real, la vereda de enfrente en relación al vacío generado por los efectos digitales de los aliens posteriores, tan puntillosos y detallistas pero generadores de cero miedo.
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Como leí esta semana que Scott anda pensando en reflotar la franquicia dirigiendo una precuela, y por considerar que luego de sus brillantes primeros tres films - Los Duelistas, Alien y Blade Runner (´77, ´79 y ´82 respectivamente) - nunca volvió a ser más que un "hábil artesano", sentí la necesidad de desempolvar mi monumento a su belicoso bicho original.
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So, aquí va mi statement:

Así como el historiador Eric Hosbawm ubica el final del "corto" siglo XX no en un año redondo como querrían los almanaques, sino en 1991 con la seguidilla caída del Muro, Unión Soviética y "socialismos reales", la aparición de este alien es el acontecimiento que clausura el modo de representación extraterrestre de las décadas anteriores, potenciando el miedo político al distinto generado por sus antecesores hasta llevarlo a un terror metafísico inédito hasta entonces, un más allá de la paranoia.
En ese terreno nunca fue superado.
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Ya está, lo dije.
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¡Vive por siempre, viejo Alien!
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1 comentario:

  1. Vengo de leer una gran reseña sobre Aliens (en Plano Cenital) y acabo de devorar la suya, sobre la saga, poniéndola además en contexto con su épopca y con el género en genera. ¡Bravo!

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