En tu debut como director vas a tener que entregar, a los que te admiran como guionista, algo similar a lo escrito para Spike Jonze o para Michel Gondry en ¿Quieres ser John Malkovich? y en Eterno Resplandor de una mente sin recuerdos respectivamente. Porque esas películas anduvieron muy bien en los nichos a los que estaban destinadas.
No parece tan difícil la tarea, ¿no?, basta con pensar un concepto ingenioso que domine la narración, lo vestís un poco con montaje de videoclip, guiños al teatro off, angulaciones estrambóticas, actores con onda y, ah, no olvides la música, que puede ser un minimalismo Phillip Glass, que siempre da profundo, o un Jon Brion, que viene utilizándose más ultimamente.
A ver, recordemos, en ¿Quieres ser...? el truco argumental era la posibilidad de ingresar por una especie de portal en la mente de John Malkovich, no había allí otra cosa que eso y las vueltas de tuerca a partir de eso (y esas oficinas en el piso "séptimo y medio", qué gadget genial, puro Kafka, ¡espero que se haya entendido la referencia!).
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Para Eterno Resplandor..., teniendo en cuenta que ya se referían a vos como uno de los más innovadores guionistas de Hollywood, pergeñaste la existencia de un tratamiento para borrar el recuerdo de la persona amada que ya quedó atrás, no había allí otra cosa que eso y las vueltas de tuerca a partir de eso (y la belleza de Kate Winslet que, afortunadamente, no obturaba el reconocimiento a tu genialidad).
Ahora, después de ese éxito, estás listo para dirigir, cuestión de encontrar un disparador, algo para sorprender e impresionar.
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(Todavía rememorás en tus pesadillas lo difícil que fue dar con una idea atrevida para Adaptation, días con bloqueo creativo alla Barton Fink hasta que... ¡Eureka!: un guionista sufre un bloqueo creativo cuando le encargan adaptar al cine la novela de otro, ¡perfecto!.
Y sí, no había allí otra cosa que eso y las vueltas de tuerca a partir de eso, y los detallitos intrigantes que agregaste como el del hermano gemelo también guionista, su doppelganger comercial.
Pero al final la cosa resultó, e inclusive los diarios progres vieron en el film una alegoría de las presiones de la industria cinematográfica hacia los intelectuales talentosos - como vos mismo -, empujados a sacrificar lo artístico complejo por lo simple y predigerido para el gran público.)
Tenés, eso sí, un problema irresoluble.
Gondry, Jonze, niños mimados del videoclip conceptual para músicos chic, tienen muchas ideas visuales; hasta George Clooney, para quien escribiste Confesiones de una mente peligrosa - esa sí que fue fácil, porque el concepto rector del argumento, el tipo que es a la vez productor de telebasura, agente secreto y asesino, te lo dio servido en bandeja la propia realidad - tiene un cierto manejo de la puesta en escena.
Una vez que encuentres LA idea, ¿cómo la vas a plasmar?, ¿cómo vas a evitar las comparaciones?
No desesperes, primero pensemos en un run for cover, esto es, cuando no aparece algo original, recurrir a lo que sabés que te sale bien, las cajas chinas: personajes dentro de sueños propios o ajenos (variante onírica), gente dentro de otra gente (variante surrealista), o películas dentro de películas (variante metatextual). Vamos, aguzá tu talento combinatorio.
Ya está: un dramaturgo gana una beca y se propone como proyecto montar teatralmente su propia vida en escala real, reconstruyendo su ciudad dentro de su ciudad, personas de su cotidianeidad con personas de su cotidianeidad, etc, etc, hasta que, representación dentro de representación, se confunden las ficciones dentro de las ficciones y eso termina hablando de…¿qué importa?, es ingenioso, el espectador va a sentirse inteligente dándole interpretaciones al asunto. Si lo hizo antes el argentino Borges en muchos cuentos, y en Inglaterra, Inglaterra el inglés Julian Barnes...
Por las dudas, lustremos el producto con alguna enfermedad del protagonista, alucinaciones que podrían deberse a medicamentos - descartemos el final tipo "todo fue un sueño", no caigamos tan bajo - y alguna frase monumental que pretenda transmitir un mensaje abarcador, ¿qué te parece ésta?:
“Hay casi trece mil millones de personas en el mundo. Ninguna de ellas es un extra. Todos son líderes de sus propias historias. Debe dárseles su reconocimiento.”
Impecable, el producto casi está, intentá conseguir una pléyade de actores inobjetables, de esos cuya sola presencia tapa la vacuidad de una trama; sí, Philip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Samanta Morton, Emily Watson y Dianne Wiest estarían bien. Y a no olvidar diseñadores de producción y directores de arte acordes a semejante idea megalómana.
¿David Mamet lo haría distinto?
Falta un título canchero, que despierte curiosidad, tal vez una palabra de uso no muy frecuente o un tropo circunscripto a los círculos in a los que vas a destinar tu nuevo derroche de ingenio; no, "palíndromo" ya la usó Todd Solondz, vamos con "sinécdoque".
Con todo esto tu marca va a seguir cotizando alto, airosa de tu primer compromiso como director, sin duda. Conque...¡manos a la obra!
(continuará)
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La pregunta sería entonces: ¿Pero estás en contra del ingenio o en contra de los guiones que evolucionan de acuerdo al marketing?
ResponderBorrarLuego de leer el primero de estos posts recuerdo que pensé si, por ejemplo, Borges estaría incluido entre los autores que apelan al intelecto y al ingenio y si sus cuentos se afiliarían al carácter de artificio, por contraposición al arte, de acuerdo a la premisa que nos planteabas.
En el segundo post nos hablabas de una serie de películas ingeniosas, todas las cuales o bien me gustaron cuando las vi o bien me dieron ganas de verlas. Y de nuevo no entendí que criticabas, si la acumulación de fórmulas (que en mi opinión es la antítesis de lo ingenioso), o las vueltas de tuerca sin Contenido. Conociendo cuanto te gustan, me pregunté entonces que otra cosa es una película de David Mamet sino un ejercicio de ingenio.
Ahora que hablás de Lost veo un poco mejor a donde apuntás, pero justamente Lost nació y fue concebida como un producto de marketing puro, con un abanico de personajes cuyo principal objetivo era, al arrancar la serie, involucrar a la mayor cantidad de espectadores posibles para ir introduciendo tentáculos y buceando en sus gustos a fin de ajustar el producto. Lo interesante fue como a partir de un planteo tan mezquino, en lugar de obtener un Showmatch del Primer Mundo, a saber: bajemos el nivel intelectual para no dejar a nadie afuera y rellenémoslo con espejitos de colores (o concursos, peleas, culos, tetas y calzoncillos abultados), en lugar de eso, deciden armar una historia compleja y entretenida con la que, mal que nos pese, nos tienen enganchados hace ya 5 años. Comparto un cierto sinsabor ante la forma de resolver (o de no resolver) ciertos interrogantes planteados, pero eso es fruto de la falta de ingenio y no su culpa.