. Un grupo de colegialas adolescentes, polleritas cortas y frescura muy Saylor Moon, tomadas de la mano al borde del andén en una estación tokyota, hasta que llega el tren y, cómplices, saltan a la muerte todas juntas.
Una secuencia poderosa que mi memoria retiene hace años desde que vi "Suicide Club"; del resto de esa película no recuerdo nada.
Me dije: si en esta "Love Exposure" que dura cuatro horas, Sono Sion vuelve a desarrolar al menos una sola idea como esa, habrá valido la pena. Y la verdad es que hay mucho y un poco mejor armado.
¿Qué escena va a permanecer conmigo esta vez?
Sin duda, la de la performance acrobática, (encarada como disciplina enseñable con sensei y todo), por la cual el protagonista y su banda sacan múltiples fotos a bombachas y entrepiernas de chicas sin que ellas lo noten, y en plena vía pública.
"¡Qué ridículez!" - pensarán ustedes. A lo que me apresuro a replicar que descuiden, que ésa es la parte más lógica del relato.
Porque esta película-río, que pasa por cada género existente para pervertirlo rápido, es muy disfrutable siempre y cuando nos abandonemos al juego. Un poco como lo que pasa en "El Sabor del Té" o en "Funky Forest" de Katsuhito Ishii, que construyen personajes sólidos para ponerlos a derivar por situaciones más o menos arbitrarias, saltando de a ratos el eje de la verosimilitud.
Justo es decirlo, aquí la cosa empieza muy firme, con un potente melodrama familiar religioso atiborrado de culpas y traumas, que harían palidecer al mismísimo Ingmar Bergman.
Pero, al rato, se desquicia para brindarnos sadismo masoquista, comedia estudiantil, sectas ominosas, gore, piñas, patadas, drama psiquiátrico, incesto, lesbianismo, seccionamiento de penes y catolicismo explícito.
Puntaje: 7
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